Rosemonde. ¿Cómo puede nadie llamarse Rosemonde? ¿Cómo puede alguien llamarse Rosamunda? Rosemonde es un nombre de princesa de cuento o de hada o de campesina. O de dama cervantina. Un nombre, en definitiva, de seres de otro mundo. Por eso le cuadra tan bien al personaje de La salamandre: evanescente y vulgar, brutalmente espontánea e insidiosamente rebelde, aunque algo bobalicona a ratos. Rosemonde lo sabe, no crean: “No soy mala persona –dice en algún momento-; es que no estoy domesticada”. A Rosemonde la imbecilidad del mundo le queda pequeña, le aprieta como unos zapatos nuevos y caros. Tiene muy claro lo que le gusta y lo que no le gusta: por ejemplo, no le gusta nada la costura, no le gusta rellenar morcillas, salchichones o lo que sea en una fábrica de mierda, no le gusta que la tengan atada, no le gustan los encargadillos de medio pelo, ni los jefes, no le gusta que le hagan perder el tiempo y la vida en trabajos insustanciales… Rectifiquemos: no le gusta el trabajo, sin más. “Las demás se quedan, pero yo siempre me voy –reconoce-. No soy muy normal… eso es lo que me dicen”. A Rosemonde, sin embargo, le gusta: dejar curro y patrón sin mayores contemplaciones, mandarlo todo a tomar por culo y vagar por las calles con una sonrisa idiota colgándole de la cara, los inviernos en el valle, acostarse con desconocidos y acariciar las piernas de los y las clientes en la zapatería en la que es dependienta. Ah, y por encima de todo, siempre le ha gustado el ruido de los cristales al romperse.
*
*
Bulle. Bulle también es un nombre extraño, al menos si una no es una pompa de jabón. En Francés significa ‘burbuja’, algo leve y de apariencia frágil. A Bulle Ogier no la bautizaron así, claro es. Su nombre original es Marie-France Thielland, más largo y más patriótico, pero mucho menos llamativo. Pues bien, Marie-France nació en París allá por el año 1939, de padre abogado y de madre pintora. A los 18 años se quedó preñada, como la Rosamonde de película, y empezó a trabajar en el salón de Coco Chanel para dar de comer a su pequeña. A comienzos de la década de los sesenta, la descubre Marc’O -“un tipo un poco raro, situacionista, amigo de Breton”-, con quien empieza a trabajar en el teatro y con quien rodará Les Idoles en el 68. Después vienen Techiné, Rivette, que la convierte en su actriz fetiche, Tanner, Fassbinder, Schroeder, con quien se casará, Buñuel, Lelouch, Chabrol u Oliveira, y algunos otros de entre lo más destacado del cine mundial. En abril del año próximo estrenará Passe-Passe de Tonie Marshall, y en agosto cumplirá los 69.
*
De Les Idoles - Marc-Gilbert Guillaumin (1968)
De Le Charme Discret de la Bourgeoisie - Luis Buñuel (1972)
hola diego, encontré un blog excelente que te puede interesar, personalmente me cuesta mucho leer en francés por no decir que no entiendo nada asi que me tiene muy contento...creo no está demás agradecer todas tus traducciones que no me dejan salir de vacaciones. http://fractalontology.wordpress.com/
3 comentarios:
Después de leer ésto, tengo ver que ver "La salamandra".
hola diego, encontré un blog excelente que te puede interesar, personalmente me cuesta mucho leer en francés por no decir que no entiendo nada asi que me tiene muy contento...creo no está demás agradecer todas tus traducciones que no me dejan salir de vacaciones.
http://fractalontology.wordpress.com/
salu2
Esta chica es monísima, y aún se conserva muy bien, tiene un cierto parecido con Cayetana Guillén Cuervo; aunque Bulle Ogier es bastante mejor actriz.
Publicar un comentario