La última vez que eché una ojeada al Technorati, la cosa iba por muchos
millones de blogs en el mundo. Pongo "muchos" porque no recuerdo si
eran decenas o centenas y ahora estoy en un ordenata no muy rápido, así que se
me perdonará que no precise. Millones. Muchos. En todas las lenguas. Mucho
inglés, japonés, chino. Lo español es poco. Lo digo para los que aprecian las
estadísticas. La velocidad de expansión es también apabullante. Algo que se
expande tan rápidamente tiene que tener efectos muy vistosos. Y los tendrá.
Todo el mundo lo profetiza.
Hablar de blogueros, por tanto, es hablar de la especie humana. Ser
bloguero es ser humano. ¿Y los no blogueros? Pues también. Preguntarnos qué
buscan los blogueros es preguntarnos qué buscan los seres humanos. Todo; porque
hay para todo. Como pasa con los blogs.
Las clasificaciones por razón de contenido son casi infinitas. Pero una
fórmula recoge o contiene la mayor cantidad de blogs: son diarios, diarios que
cada cual lleva como su naturaleza le dicta. La diferencia con los
tradicionales diarios, los cuadernos de pasta de hule o los coquetones blocs
con broche de lazo, es que los blogs son privados y públicos al mismo tiempo. Y
no por obligación porque cualquiera puede hacerse un blog pero no autorizar a
nadie a verlo salvo a sí mismo. Ignoro si alguna patlaforma de blogs presta el
servicio de soportar blogs que no pueda ver nadie, ni el que los hace, que
sería la interpretación surrealista de la blogosfera.
Dicen que los blogueros nos pasamos el día mirándonos el ombligo. Añado
yo: mirándonos el ombligo y recitando el mantra Om mani padme hum. Como
todo el mundo. También dicen que sólo sabemos hablar de nosotros. Eso presupone
que sabemos hablar, que ya es bastante; muchas gracias. Por lo demás, creo que
asimismo como todo el mundo. Anda que no les gusta a los escritores hablar de
sí mismos; y a los pintores y a los músicos y a los porteros y los repartidores
de albaricoques.
No quiero eternizarme con esto. En mi caso, el diario cumple la función
de ayudarme a reflexionar, a saber lo que pienso, a ponerlo por escrito, verlo
y darle vueltas. Escribir y leer lo que se está escribiendo según va manando es
una experiencia valiosa en sí misma, para mí esencial.
* SI
QUIERES SABER DE QUÉ VA ESTO, ECHA UN VISTAZO A ESTA
ENTRADA.
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