lunes, 2 de noviembre de 2015

ENTREVISTA con Ana Gorría para Tamtam Press.




—Tu primer libro de relatos, “Convertiré a los niños en asesinos”, se enfoca hacia el problema del mal en lo cotidiano, ya desde su título haciendo referencia a un asesino en serie  David Richard Berkowitz. ¿Qué buscas encontrar en esta búsqueda narrativa?

—Me interesa sobre todo lo que me asusta, me asquea o me repele. La escritura nos permite acercarnos a la violencia o la muerte –o el mal, como tú señalas– y al mismo tiempo mantenernos a salvo parapetados tras el teclado. Los niños asesinos se abría con un par de citas: una era de Robert Louis Stevenson; la otra, de un tal Óskar Ovseyenko, afirmaba que la literatura es ventriloquia. Tal como yo la interpreto, la frase tiene un doble sentido. Por un lado, hay que tomar lo de “ventriloquia” en sentido estricto, literal; es decir, que se trataría de hablar con el vientre, con las tripas. Pero por otro lado, hace referencia a ese emborronamiento de las identidades que se produce con el hecho narrativo mismo. No sé si me explico: la escritura sería como un teatrillo en el que no queda claro quién maneja los hilos, quién habla por boca de quién. ¿Es el autor el que habla a través de los personajes? ¿O es a la inversa? ¿O ninguna de las dos cosas?

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