TRATAMIENTO #1
EXT.
DESCAMPADO – CAÍDA DE LA TARDE
Un
descampado en las afueras. Viejos montones de basura que por efecto del paso
del tiempo han quedado transformados en túmulos irregulares. Nuestro personaje
decapita espigas con una rama pelada, patea latas herrumbrosas, escala
montículos: pasa de los cuarenta, pero aquí se siente de nuevo un niño
explorador.
Durante
un instante queda oculto por una de las elevaciones del terreno. Cuando vuelve
a aparecer en imagen, lleva en la mano lo que parece una bolsa de viaje. [De
alguna manera debe quedar claro que se trata de un hallazgo casual]. Desconfiado,
mira a uno y otro lado para comprobar que nadie lo está observando, que no se
trata de una broma o de una trampa. Abre la cremallera de la bolsa, mira en el
interior, vuelve a cerrar la cremallera. Apretando la bolsa contra el pecho,
sale de cuadro.
INT.
APARTAMENTO DE X – NOCHE
Una
sala de estar estrecha y algo anticuada. En el techo, una lámpara de seis
brazos, que ilumina a duras penas la estancia y bajo la cual hay una vieja mesa
camilla con las faldas raídas. X deposita la bolsa sobre la mesa, abre la
cremallera, mira en el interior, después vuelve a cerrarla. Pasados unos
instantes abre de nuevo la bolsa y de ella extrae un subfusil compacto (un Steyr
TMP, pongamos por caso) y tres cargadores. La bolsa contiene además varias
decenas de miles de euros en fajos bien ordenados, un sobre con una carta y la
fotografía del rostro de un hombre.
X
lee la carta. En ella se le insta a ejecutar al hombre de la fotografía. El
dinero es el pago por adelantado por su trabajo como asesino a sueldo
accidental. La carta se cierra con una advertencia: si no mata al hombre de la
fotografía –llamémosle Y-, la víctima será él mismo.
Nervioso,
apretando el Steyr contra el pecho como si lo acunase, X pasea arriba y abajo
por el escueto escenario. Al cabo se detiene y, ocultándose tras los visillos,
mira por la ventana que da a la calle.
EXT.
CALLE FRENTE AL APARTAMENTO DE X – NOCHE
[Como
es obvio, lo que sigue lo vemos desde la perspectiva de X]
Un
hombre fuma apoyado contra el poste de una farola encendida. Va enfundado en un
abrigo de espiguilla con el cuello alzado, lo que le da un aspecto un tanto
sospechoso. Tras dar un par de caladas, deja caer el cigarrillo sobre la acera
y lo apaga de un pisotón. Alza la vista en dirección al apartamento de X y
después sale de plano por la izquierda.
EXT.
DESCAMPADO – NOCHE
El
mismo descampado en las afueras de la primera secuencia, ahora pobremente
iluminado por la luz amarilla de una farola. El hombre del abrigo de espiguilla
patea latas, arroja piedras contra cascos de botella, asciende terraplenes: el
tipo maduro se transforma por un momento en el antiguo niño guerrero.
Durante
un instante queda oculto por una de las elevaciones del terreno. Cuando vuelve
a aparecer en imagen, lleva en la mano lo que parece una bolsa de viaje. [Tiene
que quedar claro que se trata de un hallazgo fortuito]. Desconfiado, mira a uno
y otro lado para comprobar que nadie lo está observando, que no hay sombras que
lo acechen. Abre la cremallera de la bolsa, mira en el interior, vuelve a
cerrar la cremallera. Apretando la bolsa contra el pecho, sale de cuadro.
INT.
APARTAMENTO DE Y – NOCHE
Una
sala de estar estrecha y algo anticuada, muy parecida a la del apartamento de
X. En el techo, una bombilla desnuda que ilumina a duras penas la estancia y
bajo la cual hay una vieja mesa camilla con las faldas raídas. Y deposita la
bolsa sobre la mesa, abre la cremallera, mira en el interior, después vuelve a
cerrarla. Pasados unos instantes abre de nuevo la bolsa y de ella extrae un
subfusil compacto (un MAC-11, pongamos por caso) y tres cargadores. La bolsa
contiene además varias decenas de miles de euros en fajos bien ordenados, un
sobre con una carta y la fotografía del rostro de un hombre.
Y
lee la carta. En ella se le insta a ejecutar al hombre de la fotografía. El
dinero es el pago por adelantado por su trabajo como circunstancial asesino a
sueldo. La carta se cierra con una advertencia: si no mata al hombre de la
fotografía –que resulta ser X-, será él quien muerda el polvo.
Excitado,
apretando el MAC-11 contra el pecho como si quisiera darle calor, Y pasea
arriba y abajo por el angosto saloncito. Al cabo se detiene y, ocultándose tras
los visillos, observa por la ventana que da a la calle.
[De Microfilms. Para un cinematógrafo portátil]
No hay comentarios:
Publicar un comentario