domingo, 19 de noviembre de 2006

AM-PU-TA-CIO-NES

La amputación alude al acto de amputar –la amput-acción- pero también a su resultado: el miembro, el órgano, la carne que se separa del organismo. Se amputa lo que sobra, lo que podría contaminar al cuerpo sano, lo podrido peligroso. Sólo un@s desequilibrad@s serían capaces de arrancarse o arrancar a otr@s miembros en perfecto estado de uso.


El título connota lo violentamente fragmentario, así que le cuadra bien a esta cosa tan posmoderna que es el blog, y evoca al mismo tiempo aquella mesa surrealista de operaciones en la que podían convivir felizmente el paraguas y la máquina de coser. Desde el principio, pues, nos ponemos bajo la advocación de Frankenstein y de todos esos monstruos fabricados con retazos y jirones que pueblan el imaginario de una época particularmente aficionada a las carnicerías quirúrgicas.

En el despiece –cotidiano, si otros quehaceres menos gozosos nos lo permiten- habrá un poco de todo: un tanto de cine, un cuanto de literatura, algo de música, algún que otro pedazo de reflexión política –puesto que toda arte lo es- y, en fin, todo aquello que se nos vaya viniendo a los ojos, los oídos y las manos. Somos conscientes de que se querrán arrojar nuestros despojos al cubo de la ‘Cultura’, esa palabra tan hueca y pringosa; quedé constancia, sin embargo, de que nos movemos tan sólo a impulsos de capricho y deseo.

Lo que importa es el placer. Y comunicarlo.

Sírvanos de momento como icono el melancólico andrógino Fano Mesan (a la derecha del texto) que apretaba contra su pecho el tesoro de una mano amputada.




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