"[...] Una animal que se embarque en crear sociedades sin reprimir con fuerza el egoísmo perecerá. Creadoras de sociedades mucho más antiguas, como las abejas, las hormigas o las termitas, han excluido filogenéticamente el egoísmo. Sin embargo, en la etapa siguiente, se entregan de lleno al egoísmo nacional o, simplemente, al nacionalismo. Una abeja obrera que se equivoca de colmena es sacrificada sin la menor vacilación.
Pero en el hombre parece que empieza a asomar algo con bastante frecuencia. Por encima de la primera modificación, traza claramente una segunda en la misma dirección que se advierte mucho antes de que la primera se haya siquiera consumado. Si bien todavía somos vigorosamente egoístas, muchos de nosotros empezamos a ver en el nacionalismo un vicio a eliminar. Quizás aparezca aquí una extraña circunstancia. La segunda etapa, la pacificación de los conflictos entre los pueblos, puede facilitarse por el hecho de que la primera etapa todavía está lejos de haberse cubierto, de modo que los motivos egoístas tienen todavía un fuerte atractivo. Todos y cada uno de nosotros estamos amenazados por las nuevas y terroríficas armas de agresión, lo que invita a una larga paz entre las naciones. Si fuésemos abejas, hormigas o guerreros lacedemonios, para los que el miedo personal no existe y para los que la cobardía es la cosa más vergonzosa del mundo, el enfrentamiento sería para siempre inevitable. Pero afortunadamente sólo somos hombres, y cobardes."
Mente y materia, Conferencia Tarner en el Trinity College (Cambridge, octubre de 1956). Traducción de Jorge Wagensberg.
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