domingo, 27 de abril de 2008

CIERTO DESCONCIERTO - BLOC DE NOTAS. Página 5



Del dolor, sus paliativos y la trascendencia. Me siento ridículo al tener que escribir sobre la Iglesia. Es decir, contra la Iglesia. Lo digo completamente en serio. El anticlericalismo es algo tan arcaico, tan decimonónico, tan… Pero supongo que es el diezmo que uno tiene que pagar por vivir en un país que, en la carrera de la historia, lleva un par de siglos y al menos media docena de revoluciones de desventaja. Debería ser cuestión que no preocupase más que a los socios del club del Crucificado; al fin y al cabo, se trata de su Dios, de su moral y de sus hostias benditas. Que cada cual se flipe con lo que quiera, pues, después de todo y como dicen en las pelis de Jolibú, éste es un país libre. Pero no. Andan empeñados en que todos comulguemos con las ruedas de molino de la Conferencia Episcopal, la Santa Sede y todos los mártires y santos del santoral. Los curillas se nos cuelan por todos lados. Determinan o quieren determinar el destino legítimo de nuestras papeletas de voto, el uso debido de nuestros genitales, los planes de estudios que habrán de sufrir nuestros cachorros y hasta –ésta es la última- qué se haga con nuestras vísceras purulentas, nuestros cuerpos macerados y nuestro estertor final. No es de extrañar: suyo es el negocio de la muerte y no ha de sorprender que quieran quitarse de encima la competencia de ateos, agnósticos, materialistas, positivistas y demás infieles. Y está bien que así sea, ya digo. Lo que no está tan bien es que políticos a diestra y siniestra le hagan el caldo gordo a la secta católica. Porque no es sólo cosa de la señora Esperanza Aguirre, que ya se sabe que cojea de la pata liberal, sino también de los Otros, que no se atreven –o no quieren atreverse- a parar los pies al Estado Vaticano –al fin y a la postre, una potencia extranjera cuyos representantes diplomáticos tienen un influjo en la política doméstica del que no disfruta ningún otro país-. Primero fue el natural Concordato del 53 y después su adaptación democrática de 1979, conforme a la conocida estrategia del Príncipe de Salinas: que todo cambie para que todo siga igual, y tan campantes. La pelea electoral por el centro, como ya hemos dicho en otras ocasiones, tiene estas chuscas consecuencias. Doña Esperanza mete sacerdotes católicos en los comités de bioética de los hospitales públicos porque es lo suyo y así tiene que ser, y la izquierda mayoritaria en el poder calla, otorga y sigue haciendo mimitos y soltando pasta a la Iglesia, por mucho que a veces tuerza el gesto mediático. Se tienen todos ganado el cielo. Mucho me temo que haya que empezar a buscar socialdemócratas combativos en la fracción marianista del Partido Popular.



Marx y Levi-Strauss como teóricos de la banalidad capitalista. Es cierto. Por más que nos pese, la historia ha llegado a su fin. Y la del arte occidental mucho más. Ya no es más que la repetición paródica de una parodia repetitiva. Los del colectivo asturiano PSJM se las dan de originales al transformar a Marx –don Carlos, se entiende- en una marca de bluyins y demás condimentos. La idea, al parecer, es llamar la atención sobre la capacidad del mercado capitalista para engullir y regurgitar convenientemente reciclados hasta a sus más temibles negadores. Pura Aufhebung hegeliana de andar por casa, vamos. Pero la cosa resulta grotesca si se tiene en cuenta que los del tal colectivo artístico se permiten salir en los media, entre los anuncios de automóviles trepidantes, de desodorantes con olor a triunfo y menta, y de fresh bankingwe have the whole world in our hands-, para comunicar cuál es el sentido avieso y tremendamente subversivo de su acción, como se dice ahora. Se trata de la negación de la negación de la negación. Es decir: de la banalidad –por no decir estupidez- más completa y absoluta.




No molestar. Artista masturbándose. He estado dándole vueltas. En esencia, tenía dos opciones: escribir un comentario extenso, cargado de ironía, wisecracks y segundas y hasta terceras intenciones o bien despachar el asunto con un simple ¡este tío es gilipollas y punto! Reivindico mi derecho a la pereza y me quedo con la segunda. Si alguien necesita de argumentos de mayor peso después de haber leído el artículo en cuestión, basta con que deje un aviso por ahí abajo. Procuraré complacerle en la medida de mis limitadas posibilidades.

2 comentarios:

werte dijo...

Leí la nota de Vargas. Una cosa que tal vez te interese, aunque el "efecto Goebbels" ya hizo su trabajo para toda la eternidad: la "degradación" de Borges a inspector de aves fue, en realidad, una promoción burocrática, conseguida por el escritor a través de un amigo. Borges siguió trabajando de bibliotecario pero con un sueldo mayor. O sea, más precisamente, ni degradación ni promoción, una típica argentinada "tercermundista" tramoyada por el propio Jorge Luis. El mito fue propagado por él mismo, una humorada que cuajó sospecho que sorprendiéndolo a él mismo, aunque viendo toda la mitología antiperonista post 55 que se convirtió en lugar común esta es un chiste. Perón, efectivamente, perseguía de muchas maneras a los opositores, sobre todo a los que tenían poder social, pero a Borges en el 46 sólo lo conocían en el ambiente literario. Pero en fin.

Franz Biberkopf dijo...

Es penoso tener que seguir anclados en el anticlericalismo pero no hay más remedio. Lo de la Comunidad de Madrid empieza a ser de escándalo. Te recomiendo una visita a la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública. Acaban de publicar un manifiesto en relación con esta noticia.

FADSP

http://www.fadsp.org/