Hay acontecimientos capaces de establecer periodos, de distinguir entre un antes y un después. Acontecimientos que cambian el curso de la historia y son recordados como tales. El 68, cuyo cuadragésimo aniversario se celebra ahora, se encuentra entre ellos. Lo recordamos, sin embargo, no con nostalgia, sino con la mirada crítica de quien lee el presente dentro de las contradicciones abiertas en el pasado. Ésta es precisamente la orientación de Étienne Balibar que, como protagonista del 68 y discípulo, al mismo tiempo, de Althusser, conocido crítico de aquel movimiento, considera las ambivalencias entre impulso antiautoritario y disciplina de la organización, entre ruptura revolucionaria y prácticas reformistas. El 68 como prisma a través del cual leer el presente: la crisis de la izquierda, el giro populista en la Europa contemporánea, el resurgir del fantasma del Estado. De estas cuestiones hemos hablado con Balibar con ocasión de un seminario sobre los cuarenta años del 68 en el Birbeck College de Londres.
El 68 es un punto de inflexión a nivel global. ¿Es posible leer hoy, partiendo de aquellos acontecimientos, la crisis de la izquierda en Europa como resultado del desafío lanzado por los movimientos a partir del 68?
El 68 es el acontecimiento por excelencia. Algunos, como mi amigo Immanuel Wallerstein, hablan de revolución: una explosión contra los poderes, en un espacio de tres o cuatro años, irreductible a la Europa occidental o a la América del norte o del sur, o bien a los países socialistas. Es una extraordinaria concentración de acontecimientos que sugiere la idea de un antes y un después, y revela que la política, la sociedad, la cultura se han convertido en algo muy distinto del modo en que se concebían oficialmente; las izquierdas se ven forzadas a inventar algo nuevo que quizá todavía no han encontrado. Esto es lo que hace del 68 un acontecimiento. Se trata de la condensación en pocos días –o también en pocos meses-, como decía Marx, de cambios y conflictos que normalmente se desarrollan durante años. Por eso no se entiende el 68 si no se mira más allá del mayo francés, si no se lo lee como extraordinaria traducción de luchas, lenguajes, prácticas. Para mí, es la segunda experiencia política importante: ya habíamos tenido la guerra colonial; en nuestro caso, Argelia; para otros, Vietnam… Como francés que tenía 26 años en el 68, me inquieta un poco, pues, ese mito del mayo francés.
Entonces sólo entendemos el 68 si ampliamos la mirada a coordenadas espacio-temporales globales, aunque siga dándose una especifidad francesa…
Es una especifidad que deriva de la forma del poder político: la figura extrañamente monárquica de De Gaulle que hace de catalizador en la convergencia entre movimientos estudiantiles, obreros en huelga y apoyo de la población, que cristaliza en los días de mayo. De Gaulle es expresión de una anómala combinación de modernismo tecnocrático y económico y de arcaísmo político, con un poder radicado en el malestar de los franceses, derrotados durante la guerra, pero milagrosamente transformados en vencedores. Pero De Gaulle es un monarca envejecido, no entiende lo que sucede, como el rey que, en 1789, pregunta a su ministro: ‘¿qué es esta revuelta?’, y el ministro: ‘no es una revuelta, es una revolución’. No se da cuenta de que se ha reactivado una memoria remota: los obreros vuelven a ocupar las fábricas como en el 36; los estudiantes y los escritores, la actividad intelectual. Como dice Marx: la comedia se repite. Y recomienza la toma de la Bastilla, ahora transformada en la Sorbona o en el Teatro del Odeón. Recomienza la política permanente en las calles.
2 comentarios:
Gracias por el comentario. Este texto del 68 me vino muy bien en su momento. Por la fecha, asist{i a una conferencia sobre el podrido asuntillo con Nelly Richard y otros académicos, incluyendo un señor francés: con gran pompa o falsa modestia, cada uno hizo sus mapas relacionales sobre qué y porqué pasó o no pasó algo ahí.Nelly, que ha apadrinado los Estudios Culturales por acá, desde la torre de marfil de la izquierdosa ARCIS, fue la única que tuvo el moro de poner a Debord y a la IS como "los que estaban detrás de todo", recomendadndo la lectura de SdE. Por supuesto, muchas oían por primera vez de esto y Nelly fue feliz. Se suponía que debí escribir una breve nota, pero el asco pudo más.
En cuanto a "Carta..." si bien el título viene directamente delas cartas de Camus a su ex-amigo alemán, el subtexto más queer se lo debo a De Profundis de Wilde.
Saludos!
RT
volves das vacacións cargado de interesantes artigos, e a min fáltame todo o tempo para lerte... estouno desexando. sentar e lerte con calma. sempre aprendo un montón do teu blogue. beijotes. sara.
Publicar un comentario