Oigo que Fernando Vallejo afirma en una entrevista que, en los últimos veinticinco años, no ha leído un solo libro de ficción. Según creo, con Nietzsche pasaba algo parecido: prefería los paseos por la montaña a las bibliotecas. Dos ejemplos de que, para encontrar eso que se llama voz propia, es necesario alejarse de las voces ajenas. Tan sólo un temor: descubrir que uno es sordo y mudo.
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