sábado, 4 de diciembre de 2010

RESIDUA. Vosotros, los muertos... (I)

(A) Antón Chéjov pasó sus últimos días en el balneario de Badenweiler, donde había luchado contra una tuberculosis que, finalmente, acabó por derrotarle. El cadáver viajó hasta San Petersburgo en un vagón de tren sobre cuyas paredes de madera la escasa docena de personas que habían ido a recibirlo a la estación pudieron ver la siguiente leyenda: "Para ostras". Es seguro que al escritor le habría encantado la historia.



Estatua de Chéjov en un rinconcito de la trasera del Bolshoi


(B) El 14 de abril del año 1930, decimotercero de la Gran Revolución Bolchevique, Vladímir Mayakovski se disparó un tiro al corazón. Él todavía no había cumplido los 37. Poco antes había afirmado que estaba cansado de "pisar la garganta de su propia canción". En un artículo publicado en Pravda en 1935, Stalin -que odiaba el arte de vanguardia- lo canonizó como mártir comunista en los siguientes términos: "era el mejor poeta y el de más talento de nuestra era soviética".


Mayakovski en Novodévichi.

- ANTES EN RESIDUA.

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