Carta abierta a Klaus Eichmann
Nunca es fácil encontrar el tono y la palabra apropiados
para dirigirse a un hijo que ha perdido a su padre. Pero escribirle a usted,
Klaus Eichmann, es algo que me resulta especialmente difícil. No porque sea
usted hijo de su padre, es decir, un «Eichmann», y yo, por el contrario, uno de
aquellos judíos que lograron escapar del aparato de su padre y que sólo siguen
con vida porque casualmente no fueron asesinados. No es esto lo que se
interpone entre usted y yo, el concepto «un Eichmann» no debe entenderse en
este sentido. Nunca debe designar a quien desciende de un Eichmann, sino única
y exclusivamente a quien siente, actúa y argumenta como un Eichmann. Ni usted
ni nadie tiene por qué ser víctima del principio de «corresponsabilidad
familiar», del que gente como su padre no tuvo el menor escrúpulo en servirse y
en virtud del cual perecieron tantos miles de personas. La procedencia no es
culpa alguna, nadie se forja su origen, tampoco usted.
No, si me resulta tan difícil escribirle, es por otras
razones. En primer lugar, porque me horroriza su destino: que usted tenga que
cargar toda la vida con ser hijo de su padre. Pero, además, porque para mí la
pérdida que usted acaba de padecer es peor que la que el resto de los hijos han
de soportar. ¿Qué quiero decir con esto?
Que usted ha perdido dos veces a su padre.
Y que a usted se le ha muerto algo más que su padre.
Me gustaría hablar alguna vez con usted de estas dos cosas.[...]
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