miércoles, 5 de junio de 2013

LIBROS CONTADOS. Wittgenstein: Arte y filosofía.






Wittgenstein: Arte y filosofía tiene su origen en un encuentro internacional en torno al tema de Wittgenstein y las artes que tuvo lugar en el mes de octubre de 2011 en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Valencia. Solo que a las voces de quienes participaron en aquella ocasión, se unen también ahora las aportaciones de especialistas en la obra del filósofo vienés de la envergadura de August Sarnitz o Antoni Defez. El resultado es un hermoso libro coral, en el que se entrecruzan distintos “juegos de lenguaje” y sensibilidades filosóficas plurales y diversas, y que, por otro lado, nos invita a realizar un viaje que va del Wittgenstein que nos exhortaba a guardar silencio sobre lo inefable y rehusaba parlotear sobre la experiencia estética a otro Wittgenstein transformado él mismo en artista de vanguardia, tal vez a su pesar. Ello explica que puedan distinguirse dos grandes tendencias en la docena de textos que componen este volumen: por un lado, lo que podríamos considerar posibles desarrollos de una estética wittgensteiniana; y por otro, análisis de expresiones artísticas concretas (como la música, la literatura, la arquitectura e incluso el cine) que se inspiran de un modo u otro en las observaciones de Wittgenstein acerca del ámbito de lo estético.  

Tal vez lo primero que llame la atención del lego sea el hermanamiento, ya en el título mismo, de esos dos términos: ‘arte’ y ‘filosofía’, y precisamente en ese orden. Tal vinculación resulta chocante, sobre todo, porque el Wittgenstein exotérico y, en especial, esa versión desecada y escuálida que es el Wittgenstein de los manuales de filosofía al uso nos presenta a un autor preocupado esencial, si no exclusivamente, por cuestiones relacionadas con la lógica y con el lenguaje. Un pensador un tanto peculiar, eso sí, por cuanto habría sabido bifurcarse en dos figuras filosóficas muy distintas: el buscador de un lenguaje lógicamente prístino del Tractatus y el teórico de los Sprachspiele de las Investigaciones. Sin duda, tal caracterización no es poca cosa, pues hace de Wittgenstein uno de los responsables máximos de aquello que Rorty llamó el “giro lingüístico” y lo convierte en padre involuntario de algunas de las corrientes más potentes e influyentes de la filosofía contemporánea, como el positivismo lógico del Círculo de Viena o la llamada escuela de Oxford, pero en cualquier caso no en un teórico del arte y mucho menos en un esteta. Y sin embargo… Sin embargo, a poco que se indague en el producción intelectual de Wittgenstein –la poca que hizo pública, sí, pero también aquella que reservaba para sí mismo o para sus próximos-, es fácil reparar en que lo estético constituyó una preocupación constante en su pensamiento. Entre 1914 y 1951, las observaciones acerca del arte y de la estética son algo recurrente, y –como bien señala Julián Marrades, editor del libro- esa recurrencia indica que Wittgenstein “concedía importancia a la elucidación de tales problemas en el trabajo sobre sí mismo que constituía para él la actividad filosófica” (p. 9). Ahora bien, y en contrapartida, la dispersión de dichas observaciones muestra que jamás abordó tales cuestiones desde una perspectiva más o menos sistemática. El libro que tenemos entre manos replica felizmente esa misma a-sistematicidad. [SEGUIR LEYENDO EN EL COLABORATORIO]


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