Audio completo y transcripción parcial de la presentación de Ladran los hombres en la Librería Ramón Llull de Valencia el dos de diciembre de 2017.
No sé cómo conocí a Diego. Seguramente fue a través de un amigo en común, Georges Bataille. Bataille fue siempre un misterio. Tengo todos sus libros en las ediciones más extrañas, pero nunca lo leí demasiado. A Bataille quería escucharle. Tenía muchas cosas que decirme. Luego, con el tiempo, ya mucho más viejo, me di cuenta de que realmente pensaba en Michel Leiris sin conocerlo. Michel Leiris tenía una tendencia natural a salir fuera de la fotografía. Estuvo en todos lados, invisible. Vuelvo a Diego. Decía que pienso que lo conocí a través de Georges Bataille, un filósofo que escribía novelas pornográficas y quería fundar sociedades secretas. Igual esa descripción también nos vale para Diego. Entonces le pedimos que escribiera para Détour.
Escribió sobre el divino Marqués. Es decir, Sade. Y ahí empezamos a
frecuentarnos. Sus traducciones, la maravillosa editorial Pepitas de
calabaza, en fin, tantas cosas. También sus libros. Los relatos de Convertiré a los niños en asesinos.
Leyéndolo, pensé en Roland Topor, ese niño óptimo de Diego: mutante y
asesino. Cambiaba de forma constantemente (escribiendo, dibujando,
haciendo películas) y en cada una de ellas aniquilaba un montón de
cosas: la sociedad, las costumbres, los buenos pensamientos. Cómo no
pensar en los textos de Diego.
Más tarde llegó Kwass o el arte combinatoria y una frase de
Paul Valéry lo explicaba todo: transmitir la sensación sin el
aburrimiento de la transmisión. Ahora hubiera pensado en Tadeusz Kantor.
Diego seguía escribiendo para nosotros o compartiendo lo que escribía,
como aquel prólogo para esas memorias alrededor de la cárcel de Pierre
Clementí, actor maldito orgulloso de ser maldito. Hoy nadie quiere ser
maldito. Es más, ya no sabemos qué quiere decir esa palabra exactamente.
Es una palabra gastada más. Tenemos muchas. Escribió, finalmente, sobre
Georges Bataille. Y fue maravilloso, porque de nuevo estábamos todos
juntos.
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