Estimados, sufridos ciberlectores (y ciberlectoras): me complace comunicarles que nos hemos metido a editores. "Lo que nos faltaba", exclamará tal vez alguno (o alguna). Y no se equivoca: es exactamente lo que nos faltaba para ser gente de letras plenas, cabales y comilfó. Ahora ya está. La cosa se llama Artefakte y es como sigue:
"Artefakte es un entramado de complicidades pensado para provocar esos pequeños cataclismos del pensamiento. Nos interesa el libro más allá de sus límites convencionales, como un bien común que genera riqueza. Publicamos todo tipo de útiles (libros, vídeos, blogs...) que contribuyan a subvertir la gramática cultural de nuestro tiempo. Mucho más que libros, artefaktes".
No está mal, ¿eh? El caso es que, tras un largo periodo de gestación, Artefakte por fin ha lanzado al mundo a sus dos primeros retoños. El uno nos ha salido un tanto díscolo y protestón y con mostachos de bucanero; y el otro una pizca hirsuto y asilvestrado. Pero ambos se hacen querer -se lo prometo- y están deseosos de que los acojan en la confortable calidez de sus hogares. Afuera hace frío: apiádense.
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Como complemento e incentivo a la lectura de El tiempo del sapo, les ofrecemos la traducción de una carta de Dalton Trumbo inédita hasta ahora en castellano. Vean, vean cómo se las gastaba el pavo.
[Traducción
del inglés: Diego Luis Sanromán]
NOTA DEL EDITOR: En las épocas en las que la
guerra se aproxima, siempre se habla mucho de hacer “sacrificios”. Tales
sacrificios, como se ha demostrado en el pasado y también en controversias más
recientes, normalmente se traducen en bajadas de salarios, ampliación de la
jornada, subida arbitraria de los precios y restricción de la libertad de
expresión. Pero no en la limitación de los beneficios. Los pensadores y
escritores de mentalidad liberal encuentran cada vez más obstáculos para
expresarse. Los dirigentes japoneses suelen hablar de “pensamiento peligroso”.
Existen pruebas de que en la América de hoy hay muchos autores sometidos a una
censura no oficial y otros que, por temor a perder su medio de vida, se
censuran a sí mismos. Por eso nos complace presentar aquí una reciente
controversia amistosa entre Dalton Trumbo y sus editores con referencia a
ciertos pasajes de su nueva novela. Este decoroso intercambio de opiniones
tuvo, en este caso, como resultado la victoria del autor, que logró que se
incluyeran los pasajes a los que en principio se habían opuesto los editores.
Querido
Dalton: En lo que se refiere al propio manuscrito, tenemos algunas
observaciones que hacer y le agradecería que nos diera una pronta respuesta, ya
que el proceso de producción del libro está muy avanzado. En primer lugar,
todos los que lo hemos leído creemos firmemente que la conversación entre Andrew
Long y el general Jackson sobre el tema de la ayuda estadounidense a Gran
Bretaña en la guerra en curso supone una distracción dentro de la historia. No
me malinterprete: no planteamos esta cuestión porque estemos personalmente en
desacuerdo con lo que suponemos es su opinión al respecto. De hecho, es una
escena muy bien escrita y en otro contexto resultaría de lo más efectiva. Aquí,
sin embargo, se diría que el pasaje se ha añadido con posterioridad. No tiene
nada que ver con la historia de la corrupción en Shale City (salvo de forma
bastante remota). En nuestra opinión, llamará poderosamente la atención de los
críticos y probablemente haga que algunos de ellos valoren el libro solo por
ese pasaje y no por el resto de sus méritos. Que esto podría tener un efecto
adverso sobre el éxito del libro es algo que nos parece incuestionable. Por
otro lado, la inclusión de dicho pasaje parece ponerle una fecha demasiado
específica a la historia. Para cuando salga el libro, solo Dios sabe qué nuevos
acontecimientos habrán ensombrecido el traslado de los cincuenta destructores.
Por favor, no malinterprete el espíritu de esta sugerencia. Sé bien lo que
trata de comunicar. Creo que es importante y defendería con mi vida su derecho
a decirlo. Solo pienso que este no es el lugar adecuado por las razones que
acabo de exponer. El libro ha sido enviado al impresor con esa sección
incluida, pero espero que nos envíe un telegrama autorizándonos para retirarlo de
las galeradas…
Atentamente,
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LOS EDITORES.
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Querido
----------: […] Ahora, en lo que respecta a los dos capítulos en cuestión: estoy
de acuerdo en que muchos críticos los atacarán y que su reprobación afectará a
la venta del libro. Por eso debo conciliar mi natural deseo de vender montones
de libros con la filosofía personal que me impulsa a escribir este tipo de
libro en particular. Quiero explicar dicha filosofía tan claramente como sea
capaz, para que entiendan que no soy arbitrario en este asunto.