martes, 26 de diciembre de 2006

VOCES. Artaud, el anarquista destronado.

Antoine-Marie-Joseph Artaud nace el 4 de septiembre de 1896 en la ciudad de Marsella. Más tarde adoptará el apodo familiar Antonin para distinguirse del gran Antoine, su padre, un rico armador de la ciudad que apenas para en el hogar. La madre es de origen griego. Cuando Antonin cuenta con sólo diez años pasa una breve temporada en Smirna junto a Neneka Chilli, su abuela materna, y está a punto de perecer ahogado. Antes había conseguido salir penosamente de una meningitis. La relación con la madre está, por cierto, marcada por la delicada salud del crío y por la ambigüedad. Los mimos maternos son poco más que añagazas para conseguir que el pequeño se trague sus medicinas.
“Me preguntaba por qué estaba allí y qué era estar allí […]. Los golpes, las guantadas, las reprimendas, los sempiternos sermones a cuenta de nada y de todo… Es así como fui niño para escándalo de mi yo” (Je n’ai jamais rien étudié; 84, Nº 16).
Muy temprano empiezan también a manifestarse las primeras crisis nerviosas. Periodos de calma relativa se intercalan entre accesos agudos de “tartamudeo y de horrible contracción física de los nervios faciales y de la lengua”. En 1904, muere su hermana Germaine, que acababa de cumplir los seis meses de vida.
Estudia con los padres maristas del Sagrado Corazón. En 1910, funda una revista de poesía en la que publica textos de factura más bien clásica bajo el pseudónimo de Luis de Attides. Los trastornos nerviosos y las graves neuralgias que empieza a padecer a partir de los diecinueve años interrumpen su educación formal. Es internado por vez primera en la casa de salud de La Rouguière, cercana a su ciudad natal. Tras unos meses de encierro terapéutico, pasa el verano con sus padres. Artaud ha ido, sin embargo, construyendo su gusto artístico: ha leído a los poetas más importantes, a Lao-Tse, a Poe; además pinta y dibuja y, cuando tiene ocasión, realiza montajes teatrales a los que asiste la familia.
Europa en guerra. En 1916, Antoine-Marie-Joseph Artaud es movilizado e incorporado a Digne, pero al cabo de nueve meses su precaria salud fuerza su licencia. Permanece en varios establecimientos de reposo (Saint-Dizier, Lafoux-les-Bains, Divonne-les-Bains) y acaba en uno de la ciudad suiza de Chanet, donde reside casi dos años bajo el tratamiento del doctor Dardel. Una leve mejoría le permite volver a Marsella; piensa entonces realizar espectáculos teatrales en las fábricas, un proyecto que nunca saldrá adelante.
El doctor Dardel remite a su paciente a casa del doctor Toulouse. Artaud llega a París en 1920. Toulouse lo convierte en su colaborador privado, lo que implica, entre otras tareas, ocuparse de la biblioteca y preparar la traducción de textos médicos. Además lo nombra secretario de redacción de Demain, una revista que el médico había fundado en el año 1912. Artaud publicará en ella poemas propios y reseñas literarias. En 1923 compone una antología de textos de Toulouse, para la que redacta el prefacio.
Ese mismo año y gracias a la mediación de Max Jacob, Artaud no sólo consigue introducirse en la revista Action, sino que además entra en contacto con los pintores Elie Lascaux y André Masson, enlaces del grupo surrealista de la calle Blomet, al que también pertenecen Michel Leiris y Joan Miró. En 1924, muere el padre de Artaud, la madre viene a residir a París y Antonin se adhiere oficialmente al movimiento que encabeza André Breton.
Su militancia en el surrealismo será breve pero intensa. El 26 de enero de 1925 se le nombra director de la Central de Investigaciones Surrealistas, se responsabiliza de la redacción de la violenta Declaración del 27 de enero, que refrendan veintiséis miembros del grupo, y dirige el número 3 de la Révolution surréaliste. En ella publica sus conocidas Cartas a los poderes [Ver Selección de textos más adelante]. En ese mismo año aparece L’Omblic des limbes y Aragon hace que se edite Le Pèse-Nerfs.
A finales de 1926 Artaud organiza el Teatro Alfred Jarry. En el proyecto están también implicados Robert Aron y Roger Vitrac, que, dos años antes, había sido expulsado de los locales de la Central surrealista a causa de un altercado con Paul Éluard. La empresa teatral estará, en parte, en el origen de la ruptura de Artaud con el grupo de Breton. En el Segundo manifiesto surrealista Artaud forma parte de los excluidos por abstencionismo social.
Entre noviembre de 1927 y enero de 1928 se pone en marcha la adaptación cinematográfica de La Coquille et le Clergyman. De la dirección se encarga Germaine Dulac; Artaud llevará siempre a gala ser el autor de la primera película surrealista, aunque ni él ni los seguidores de Breton quedan satisfechos con los resultados de la puesta en escena. El interés de Artaud por el cine venía de más atrás. En 1923 ya había colaborado como actor en Fait-divers, la primera película de Claude Autant-Lara. Le siguen Surcouf (Luitz Morat, 1924), Graziella (Maurice Vandal, 1925) y Le Juif errant ( L. Moratz, 1926). Entre 1925 y 1927 participa en Napoleón, la macroproducción de Abel Gance. En ella interpreta el rol de Marat, el primer papel de importancia con el que se siente cómodo. Y en 1928 hace de hermano Krassien en La Pasión de Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer. Su último papel lo representa en Koenigsmark, que dirige Maurice Tourneur en al año 1935. Entretanto había tenido ocasión de ponerse a las órdenes de G. W. Pabst o Fritz Lang.

“Me gusta todo tipo de films.
Pero todos los tipos de films están todavía por crear.
Creo que el cine no puede admitir más que un género concreto de films: únicamente aquel en que sean utilizados todos los medios de acción sensual del cine.
El cine implica una subversión total de los valores, un trastoque completo de la óptica, de la perspectiva, de la lógica. Es más excitante que el fósforo, más cautivante que el amor. No es posible ocuparse indefinidamente en destruir su poder de galvanización por el empleo de temas que neutralizan sus efectos y que pertenecen al teatro.”

La mayoría de sus trabajos en el cine tiene, sin embargo, una función alimenticia. A Artaud le interesa sobre todo la dirección, poner en marcha su concepción de las artes escénicas. Pero la falta de recursos económicos frustra sus proyectos. El Teatro Alfred Jarry se hunde definitivamente a comienzos del año 1929; hasta entonces y desde junio del 27, Artaud, Aron y Vitrac sólo habían conseguido sacar adelante nueve representaciones.





En la exposición colonial del año 31, Artaud descubre el teatro balinés, que viene a confirmar sus convicciones teóricas, aquello que en la práctica teatral del grupo Alfred Jarry estaba inconscientemente implícito: “la importancia primordial de la presencia física y del ademán en la representación, la necesidad de conferir a esta representación un fundamento y una resonancia metafísicas” (Gérard Durozoi). Sur le théâtre balinais será recogido en Le théâtre et son double, volumen en el que se incluyen los más importantes textos de Artaud en torno al teatro de la crueldad.
El libro, uno de los más influyentes de Artaud, va tomando forma entre 1935 y 1936. Jean Paulhan se encarga de la preparación y de la corrección de las pruebas para la editorial de Gaston Gallimard. Artaud sugiere el título en una carta redactada en el barco que lo lleva hacia México. Artaud, en efecto, se ha decidido a cruzar el océano. Sus fracasos en la escena lo han dejado cansado y asqueado; además está cierto de que Occidente se encamina hacia una catástrofe total. En México espera encontrar una confirmación de sus opiniones sobre la cultura y la metafísica. Por otro lado, quisiera documentarse sobre el terreno a propósito de los ritos solares, que ya le habían interesado con ocasión de la redacción de Héliogabale ou l’anarchiste couronné (1934).
En México da conferencias, redacta artículos. Anuncia la revolución por venir. “Gallimard debe saber que la Revolución se incuba en todas partes –escribe a su amigo Jean Paulhan, que sigue trabajando en la edición de Le théâtre et son double-, y que es una Revolución de la cultura tradicional, y que la locura, la utopía, el irrealismo, el absurdo van a hacerse realidad”. Apoyado por un grupo de intelectuales mejicanos, Artaud consigue un crédito de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de México para llevar a cabo un estudio sobre las antiguas razas indias del interior del país. El resultado de su estancia con los indios será Los Tarahumara, cuya edición Artaud comienza a preparar a partir de 1947, aunque no se publica hasta el año 55.
Artaud entra de nuevo en Francia el doce de noviembre de 1936. En los medios intelectuales parisinos nada ha cambiado; el mundo de la cultura no está a la altura de los descubrimientos que Artaud ha hecho en México, asistido por el opio y, sobre todo, el peyote. Curiosamente –y como señala Durozoi- se produce una “tentativa de instalación burguesa”. El autor de Heliogábalo se promete oficialmente con Cécile Schramme, una joven belga que había conocido antes de emprender viaje. Pero una enardecida conferencia sobre México pronunciada en Bruselas dará al traste con los planes de boda; el futuro suegro se muestra receloso ante los modos del iluminado. Artaud sigue profundizando en el estudio y la práctica de los saberes ocultos, de la quiromancia, la cabalística, la lectura de los naipes, y aboga por el anonimato y la muerte –a veces no del todo metafórica- del autor.



“El mundo está acabado –le escribe a Breton en 1937-, todas las formas de la Vida han muerto […], la única salida es consumar la abolición de las formas… Nos hemos engañado totalmente, hemos errado en todo. Nada veo que no haya sido adulterado, y por eso he renunciado a todo, a fin de volver a encontrar mi luz vernácula y de que pueda resucitar Mi Vida… Hoy todo encarcela la Vida. La conclusión es fácil y fatal”.

En agosto de 1937 Artaud parte para Irlanda armado con dos talismanes: una espadita toledana que le habían regalado en La Habana y una caña de junco con que le había obsequiado poco antes René Thomas y que, según Artaud, habría pertenecido al mismísimo San Patricio. Como señala André Breton, es en Irlanda donde Artaud “se pasa al otro lado”. En su correspondencia empieza a elaborar una extraña teología, lejanamente inspirada en la Kábala, y llega a afirmar que es el elegido para una misión de redención cósmica.
Pasa una temporada en el Hospicio de San Juan de Dios, en Dublín, y a comienzos del año 1938 es repatriado. Estalla la guerra y Artaud va pasando de centro psiquiátrico en centro psiquiátrico. Apenas escribe y su delirio se agudiza: se cree en el centro de un conflicto de dimensiones cósmicas, asediado y protegido a la vez por fuerzas ocultas cuyos signos sólo él es capaz de desentrañar.
En 1942, Artaud ingresa en el hospital de Rodez. Allí el doctor Ferdière intenta que vuelva a habituarse a la disciplina del trabajo intelectual. Se le concede una habitación personal y el acceso a la biblioteca; Ferdière además lo sienta a su mesa como si fuera un miembro más del equipo clínico. Pero también se le somete a sesiones de electro-choque. Artaud comienza de nuevo a escribir de manera continuada. Ferdière le encarga traducciones y algunos de sus textos aparecen impresos en la revista Poésie 44. Su relación con el médico recuerda un poco a la que había mantenido con su madre durante la infancia y la adolescencia.
La guerra acaba y se suceden las visitas. Dubuffet y Adamov, entre otros, comienzan a movilizarse para hacer salir a Artaud del manicomio. Una función benéfica en el teatro Sarah-Bernardt y la venta de cuadros y manuscritos, que ponen en marcha sus amigos parisienses, resuelven la cuestión económica. Artaud disfruta de quince días de semilibertad en un pueblecito cercano a Rodez y después es trasladado a la casa de salud del doctor Delmas, en Ivry. Allí obtiene autorización para ocupar un par de habitaciones cuyas paredes llena enseguida de dibujos. Es libre, sin embargo, para visitar a sus colegas parisinos cuando lo estime conveniente.
En el verano de 1946, Gallimard propone a Artaud publicar sus obras completas. Artaud, por su parte, se reengancha a la vida artística. Escribe y publica sin parar. En una de las habitaciones de Ivry hace instalar un taco de madera sobre el que golpea con un martillo para acompasar su respiración y controlar su dicción mientras declama sus poemas. En 1947, pronuncia la Conferencia del Vieux-Colombier, donde Artaud confirma una vez más su distancia respecto de la cultura muerta de los medios parisinos. El mismo año visita la exposición de Van Gogh organizada en la Orangerie y redacta Van Gogh, le suicidé de la société, que obtendrá poco después el premio Saint-Beuve.
Los tiempos de bonanza van a durar poco. Artaud sufre de fuertes dolores intestinales que paulatinamente se le complican con abundantes hemorragias. Se le diagnostica un cáncer anal inoperable. Postrado en la cama, aún tendrá tiempo de dictar Suppôts et supplications y de redactar un texto que la RTF radiará el 2 de febrero de 1948. La mañana del cuatro de marzo lo encuentran muerto al pie de su lecho con un zapato en la mano.





A continuación os ofrecemos algunos materiales relacionados con la obra de Antonin Artaud:

1. En primer lugar, un poco de música. Antonin Artaud según Bauhaus, un tema extraído del disco Burning from the Inside (1983).
2. Una breve guía de lectura.
3. Una pequeña selección de textos de Artaud en distintas épocas. La traducción de los últimos tres textos es de amputacioneS; los dos primeros proceden de Librodot.com.

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