Una sección compuesta de apuntaciones sueltas –como diría Moratín- sobre lo que nos va hiriendo los ojos, los oídos y la inteligencia a lo largo de la semana.
La rueda quemada y la fiesta del Bush. Leo lo siguiente en Badiou: “[…] el siglo [XX, se entiende] fue el siglo de la manifestación. ¿Qué es una ‘mani’? Es el nombre de un cuerpo colectivo que utiliza el espacio público (la calle, la plaza) para mostrar el espectáculo de su propio poder. La manifestación es el sujeto colectivo, el sujeto-nosotros, dotado de un cuerpo. Una manifestación es una fraternidad visible. La reunión de los cuerpos en una sola forma material en movimiento tiene la función de decir: ‘nosotros’ estamos ahí, y ‘ellos’ (los poderosos, los otros, los que no participan de la composición del ‘nosotros’) deben tener miedo y tomar en cuenta nuestra existencia”. Y en los telediarios veo a los trabajadores de Nissan-Barcelona al asalto de la casa del Patrón, y a los de Naval-Gijón junto a neumáticos en llamas, con los rostros cubiertos por pasamontañas, los vestigios de la Segunda y la Primera revoluciones industriales, o de las que sean, enfrentando la rabia obrera al tiempo clausurado del Capital. Es una sensación extraña la que se produce al contemplar la irrupción violenta de esta figura borrada por un discurso mediático –o lo que es lo mismo, por una Realidad- que oscila desvergonzado entre el gesto falsamente caritativo hacia los cadáveres de esos empobrecidos que, con regularidad pasmosa, escupe el mar y la hueca indignación ante la obscenidad de ricos multibillonarios que hacen regalos multibillonarios a otros ricos multibillonarios. El siguiente plano muestra, de hecho, una salva de aplausos en la Bolsa de Nueva York; al parecer, las cifras indican que, pasito a pasito, los inversores van recuperando la Confianza.
Y eso que llaman Clase Política ¿qué hace entretanto? Su especialidad: el ridículo. Si no otra cosa, esperemos al menos que la Crisis sirva para mostrar una vez más la desnudez del Emperador, su condición de mero Delegado de las necesidades de los mercados y los mercaderes, o de Policía del Capital cuando el sano orden de las cosas comienza a descomponerse. En principio se hablaba de ‘refundar el capitalismo’, como si el capitalismo no estuviese ‘refundándose’ cada segundo, a cada paso que damos. Después, redujeron sus pretensiones, pues tampoco es cosa de ponerse estupendos y keynesianos cuando la nave zozobra un poquito. Se dieron cuenta de que no conviene pasarse con la medicación, que –como bien sabían los antiguos- entre el remedio y el veneno hay sólo una diferencia cuantitativa y que el exceso de cuidados bien podría acabar de arruinar la débil salud del enfermo. Ya se sabe: tras el aséptico intervencionismo acecha siempre el demonio socialista. Conque tras una leve reprimenda al Especulador Irresponsable y después de calzarse la careta de estadistas contritos, nuestros políticos se han puesto a hacer la maleta para ir a la Fiesta del Bush. El Francés, el Alemán y el Americano se van juntar como en los chistes, para contar y cantar las virtudes de sus respectivas versiones nacionales del Sistema. Hasta Zapatero se ha peinado y puesto colonia para la ocasión. Su familia socialdemócrata está muy contenta porque un neo-petainista saleroso le ha conseguido una entrada de última hora para el sarao. Y en España andamos indignados porque a la Reina no le molan los maricas.
Y eso que llaman Clase Política ¿qué hace entretanto? Su especialidad: el ridículo. Si no otra cosa, esperemos al menos que la Crisis sirva para mostrar una vez más la desnudez del Emperador, su condición de mero Delegado de las necesidades de los mercados y los mercaderes, o de Policía del Capital cuando el sano orden de las cosas comienza a descomponerse. En principio se hablaba de ‘refundar el capitalismo’, como si el capitalismo no estuviese ‘refundándose’ cada segundo, a cada paso que damos. Después, redujeron sus pretensiones, pues tampoco es cosa de ponerse estupendos y keynesianos cuando la nave zozobra un poquito. Se dieron cuenta de que no conviene pasarse con la medicación, que –como bien sabían los antiguos- entre el remedio y el veneno hay sólo una diferencia cuantitativa y que el exceso de cuidados bien podría acabar de arruinar la débil salud del enfermo. Ya se sabe: tras el aséptico intervencionismo acecha siempre el demonio socialista. Conque tras una leve reprimenda al Especulador Irresponsable y después de calzarse la careta de estadistas contritos, nuestros políticos se han puesto a hacer la maleta para ir a la Fiesta del Bush. El Francés, el Alemán y el Americano se van juntar como en los chistes, para contar y cantar las virtudes de sus respectivas versiones nacionales del Sistema. Hasta Zapatero se ha peinado y puesto colonia para la ocasión. Su familia socialdemócrata está muy contenta porque un neo-petainista saleroso le ha conseguido una entrada de última hora para el sarao. Y en España andamos indignados porque a la Reina no le molan los maricas.
1 comentario:
El mundo capitalista es la gran timba...los mercados juegan a quitarle valor a cualquier moneda que se precie ( se precia porque es de pocos) pero en esos juegos de Bolsas, los mandatarios de países no quieren más inestabilidad (no sea que tengan que dejar el poder) y se unen solamente a los grandes poderes económicos.
Muy buen post!
Abrazo
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