viernes, 28 de marzo de 2014

NOVEDADES. Zodaxa





¡ANARQUÍA AHORA!
En torno a la vida y el pensamiento de Albert Libertad



¡Para incitar a muchos a apartarse del rebaño,
para eso he venido! Pueblos y
rebaños se enfadarán conmigo, me gruñirán.

Friedrich Nietzsche, Así habló Zarathustra


Antes de caer en un prolongado olvido, Albert Libertad tuvo que sufrir aún en vida el calvario de la maledicencia. Su antiguo camarada Paraf-Javal habría de denunciarlo como un falso anarquista; el zapatero Jean Grave dirá de él que era un caso agudo de adicción al sexo y hará correr la voz de que se trataba en realidad de un soplón al servicio de la policía; y, en fin, el periodista Henri Rochefort sentenciará con rotundidad que “a nadie le cabía duda de su condición de agente provocador”[1]. Lo cierto es que Libertad se lo había ganado a pulso por bocazas y pisacallos, por mostrarse tan irrespetuoso con todo el mundo y, para empezar, con aquellos que sin demasiados escrúpulos habían decidido autoproclamarse representantes del movimiento revolucionario. Después de su muerte vendrá, sin embargo, algo peor: el silencio. A excepción de algunos folletitos publicados en exiguas tiradas, de Libertad apenas vuelve a saberse nada hasta que el anarco-situacionista Roger Langlois intente rescatarlo allá por el año 1976 para la entonces joven editorial Galilée. Luego otro fundido a negro, que durará casi hasta el día de hoy.



[1] Jean Grave, Quarante ans de propagande anarchiste, Flammarion, París, 1983, p. 387.

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