“La vie humaine
est l’enrobement des mouvements physiologiques: elle est décence. Elle
est un ‘cacher’, un ‘habiller’ –qui est en même temps un ‘dénuder’, car
elle est un ‘s’associer’. (Il y a une gradation emphatique entre
montrer, habiller, s’associer). La mort est écart irrémédiable : les
mouvements biologiques perdent toute dépendance à l’égard de la
signification, de l’expression. La mort est décomposition ; elle est le
sans-réponse » La mort et le temps – E. Lévinas (1975-6).
« Denn das Schöne
ist nichts als des Schrecklichen Anfang, den wir noch grade ertragen, /
und wir bewundern es so, wiel es gelassen verschmäht / uns zu zerstören » Duiniser Elegien – R. M. Rilke (1922).
Las dos citas que encabezan esta invitación a la lectura de la obra
de Dennis Cooper están escritas a lápiz sobre la primera página del
ejemplar de uno de sus libros que tengo delante. Cacheo (Frisk, 1991) debía de ser el segundo texto de Cooper que leía. El primero fue probablemente Contacto (Closer,
1989), que poco antes había descubierto un buen camarada y que resultó
un hallazgo para ambos. Casi una epifanía. No recuerdo cómo pudieron ir a
cruzarse referencias literarias tan dispares ni que extraño juego de
asociaciones pudo llevar a su combinación, pero el caso es que ahí
están, en la primera página de Cacheo. Lo curioso es que esas
dos citas, en principio tan alejadas de los parámetros estéticos en los
que la obra de Cooper se produce, a mi parecer iluminan de forma
extraordinaria y sintética su sentido último. Lo bello como comienzo de
lo terrible, a que se refiere Rilke en ese conocido pasaje de las Elegías,
la muerte como límite del sentido, una idea que está en el centro de la
reflexión de Lévinas, los vínculos subterráneos que conectan lo bello,
la muerte y lo terrible, etc., son todas ellas preocupaciones que sirven
como puntales a la obra de Cooper, una producción literaria ya
abundante e imprescindible. Llama la atención también la entrada del
fragmento de Lévinas, pues allí se identifica la ‘vida humana’ con la
‘decencia’: es –dice Lévinas- ‘ocultar’, ‘vestir’; es ‘envoltura (enrobement)
de los movimientos fisiológicos’. Hemos domesticado la ingestión, pero
la digestión y la defecación aún quedan fuera del ámbito de lo decente.
También el sexo, sobre todo en sus modalidades más feraces y feroces. En
consecuencia y si uno sigue el razonamiento del filósofo francolituano,
es fácil calificar los libros de Cooper de brutal e impúdicamente indecentes.
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