Rescato de mi cinemateca personal esta pequeña joya recientemente adquirida. Se trata de una entrevista concedida por Bresson al periodista Mario Beunat con ocasión del estreno del Proceso de Juana de Arco (1962). La pieza dura poco más de cinco minutos, pero son cinco minutos plenos, densos y llenos de sabiduría. Bresson aparece sentado en plano medio, reloj con leontina, todo pulcritud de caballero de otro tiempo, la mirada baja, los brazos pegados al cuerpo, las manos fuera de plano, probablemente apresadas bajo los muslos: recuerda a un escolar al que hubiesen pillado sin la lección aprendida. Con tono pausado va desgranando los secretos de su arte.
Habla, en primer lugar, de su concepción del cinematógrafo, de esa rigurosa estética de la desnudez que tanto se ha comentado y que algunos asimilan con el jansenismo (George Sadoul, por ejemplo). La propuesta de Bresson es del tipo n-1. Hay que despojar el plano de lo adjetivo si se quiere ir a lo esencial. "La complicación y el desorden -señala- jamás han sido fuentes de emoción". Es necesario limpiar lo que quiere mostrarse. Piénsese -concluye- en lo que hace un electricista: si se desea que la corriente fluya es imprescindible pelar -desnudar, dice él- los cables antes de empalmarlos.
Beunat le pregunta a continuación sobre el porqué de la elección de Florence Delay (1) para encarnar a la Juana de Arco de la película, y Bresson aprovecha para referirse a la presencia de no-actores (o modelos, en la jerga bressoniana) en su cine. "El teatro no es el cine, y el cine no es el teatro", sentencia. En el cine, "hay que creer en el personaje". Por eso los actores profesionales no sirven: "un actor es alguien que se oculta detrás de su arte". Lo propio puede decirse de una actriz. Bresson prefiere además que sus no-actores "sean inconscientes de lo que hacen"; así es posible extraer mayores tesoros de las profundidades. "El cine -concluye- puede ser teatro fotografiado, pero también un medio de descubrimiento".
Beunat acaba haciendo referencia al sanbenito de secretismo que ya por entonces lucía Bresson en la solapa. Bresson el discreto, el tímido, el enemigo del circo publicitario. "El trabajo cinematográfico exige una gran concentración" se limita a responder el cineasta. Por otro lado, "no es bueno hablar de uno mismo ni de lo que uno hace"; es muy difícil además explicar a los otros lo que uno no es capaz de explicarse a sí mismo. "Pero eso lo coloca a usted en un lugar aparte", le advierte el periodista. El ligero encogimiento de hombros de Bresson vale más que una docena de gruesos manuales de estética cinematográfica.
(1) Florence Delay / Florence Carrez sólo trabajaría en otras tres películas, una de ellas un cortometraje de unos siete minutos. Más tarde se haría conocida como novelista, oficio que le ha permitido ganar, entre otros, los premios Medicis y François Mauriac. Además ha traducido al francés La Celestina y algunos textos de José Bergamín.
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