sábado, 24 de febrero de 2018

ROLAND TOPOR: La carcajada como arte marcial





« Celui qui ne sait pas rire, ne doit pas être pris au sérieux. »
Philippe Sollers


Topor: el azar y la necesidad


Es curioso cómo el azar –qué cabrón- acaba convirtiéndose en destino. Dejen que les cuente, las cosas –creo- fueron más o menos así. En 2014, Juan Jiménez García tuvo la ocurrencia de publicar en Détour una reseña sobre un libro de relatos que yo, por mi parte, había tenido la impertinencia no solo de escribir sino también de dejar que publicasen. El libro en cuestión se titulaba Convertiré a los niños en asesinos y a Juan le parecía que apestaba a Topor por los cuatro costados, tesis elogiosa que, por supuesto, él razonaba y justificaba muy sabiamente. A lo que parece, la semejanza radicaba sobre todo en el trato que ambos dispensábamos a nuestros personajes y en el modo que teníamos de sazonar sus desabridas existencias: auténtica gastronomía caníbal, en resumidas cuentas. ¿Roland Topor? ¡Pero qué demonios!

            Tres años y tres libros después, Juan y yo deambulamos por los alrededores del mercado de Mosén Sorell, en el corazón mismo del barrio valenciano de El Carmen. Por fin caro et sanguis, después de tanto tiempo existiendo solo como fantasmas digitales. Estamos en invierno, ya ha anochecido y por las callejas del casco antiguo circula un viento que es más escocés que levantino, otro intruso en la ciudad: se diría que hasta el edificio del mercado tiene algo de castillo gótico en miniatura. El espectro de Topor también nos acompaña, como es natural. “Oye, ¿pero de verdad habías leído a Topor o eran solo cosas mías?”, me pregunta. “Pues claro que lo había leído, ¡por quién me tomas! Lo leí por primera vez siendo adolescente. Todavía conservo mi vieja edición de Acostarse con la reina (Anagrama, 1982) para demostrarlo”. Pero también es cierto que lo tenía un tanto olvidado y que, desde luego, no lo tenía presente cuando escribí Los niños asesinos. O al menos no conscientemente presente. “Tú eres el culpable de que haya vuelto a Topor –le acuso-. O de que el fantasma de Topor haya vuelto a nosotros, no sé”. Luego le recuerdo una anécdota que sin duda él ya conocía, pero calla como si no:

http://detour.es/paisajes/diego-luis-sanroman-roland-topor.htm

No hay comentarios: