jueves, 31 de mayo de 2007

CAJA DE MÚSICA. BOBY LAPOINTE, QUELLE AVANIE!

"Ce satané Boby Lapointe depuis qu'il a tourné le coin, à Pézenas comme à Paris ses copains et admirateurs ont du mal à s'habituer. En ce qui me concerne, les soirs où son amitié et sa bonhomie me manquent un peu, je fais comme si rien n'était, j'écoute ses chansons pour qu'il continue à vivre le bougre et il continue Monsieur Boby putain de moine et de Piscénois, fais croire à qui tu veux que tu es mort ; avec nous les copains ça ne prend pas."
-Georges Brassens.




¿Han visto ustedes Tirez sur le pianiste de François Truffaut? Si no, deberían: junto con Les 400 coups, su anterior película, y Jules et Jim, compone un tríptico imprescindible. Caso de que la conozcan, tal vez recuerden a un tipo con sotabarba de marino y aspecto de existencialista de café pasado de vueltas que le ponía voz a las noches del bar-dancing À la Bonne Franquette (Sin Ceremonias). Salía al escenario, la música se aceleraba, mitad Boris Vian mitad Joey Ramone, despachaba sus cancioncillas en apenas un minuto vertiginoso y pasaba a otro asunto. Ése, amigos y amigas, era el gran Boby Lapointe.

Robert, también llamado Jean-François, también conocido como Joseph, Pascal y, final y simplemente, como Boby Lapointe, había nacido el 16 de abril del año 1922 en Pézenas, en pleno Languedoc. Fue, según parece, un niño algo travieso, cabroncete y contestón, pero con cabeza para las matemáticas. Desde chico quiso volar, construyó aparatos que nunca le llevaban más allá del hospital y, ya de joven, se matriculó en ingeniería aeronáutica.

Con veinte años tuvo que abandonar los estudios porque a los boches se les había metido en la quijotera que hacían falta manos esclavas para levantar el Nuevo Orden europeo. Así que enviaron a Boby a Linz (Austria) para que cumpliese su Servicio de Trabajo Obligatorio. Duró poco, sin embargo: apenas acaba de llegar y ya se fuga. En mayo de 1944 vuelve a su tierra y, para escapar a la persecución nazi, se convierte en buzo en el puerto de La Ciotat. Entretanto habían pasado siete meses de vagabundaje por media Europa bajo otros tantos seudónimos; entre ellos, el de Robert Foulcan.




Cuando acaba la guerra, Boby se pone a escribir como un loco. Compone canciones cuajadas de enrevesados juegos de palabras, algún que otro libro de poemas e incluso un tratado sobre la figura retórica del calambur. El estilo de Lapointe suena demasiado complicado para el oído de la época; trop intello, que se dice en francés. Así que le resulta imposible encontrar intérprete para sus letras. Hasta los cuatro Fréres Jacques, que estaban acostumbrados al burlesco y el cabaret y que llegarían a grabar textos de Prévert y Queneau, rechazan sus temas.

Lapointe se casa, tiene un par de hijos (su esposa Colette Maclaud mediante, claro está) y se divorcia. Como lo de la canción no le da para comer, intenta diversos oficios. Monta una tienda de ropa para bebés, que tampoco funciona, y después se hace instalador de antenas de televisión, una profesión que –imagino- debía de ser de lo más exótica a comienzos los años cincuenta. Con todo, sigue escribiendo y el reconocimiento como compositor e intérprete le llega, al fin, en la segunda mitad de la década.

En esa misma época conoce a Étienne Lorin, a la sazón acordeonista del cantante y actor Bourvil, que sugiere a este último que incluya una canción de Lapointe en el film que están a punto de rodar con Gilles Grangier y Louis de Funes. La canción elegida es Aragon et Castille, un tema en el que las dos regiones españolas del título se asocian de forma ingenuamente surrealista con los helados de limón y vainilla; y la película, Poisson d’avril, una comedieta de enredos que se estrena en el verano del cincuenta y cuatro y que pasa sin pena ni gloria por las carteleras. A pesar de todo, ayudará a Boby a introducirse en los medios artísticos parisinos.




En 1956 Lapointe debuta en el Cheval d’Or, un cabaret de la rive-gauche en el que se encuentra con Anne Sylvestre, Raymond Devos, Ricet Barrier y Georges Brassens, que se convertirá pronto en uno de sus grandes amigos. En poco tiempo se transforma en la principal atracción del local. Allí llama la atención de Truffaut, que lo contrata para cantar un par de canciones en la película citada más arriba, mientras Charles Aznavour, protagonista de la cinta, lo acompaña al piano. Philippe Weil, a quien conoce durante el rodaje, le propone trabajar en Les Trois Baudets, una sala por la que pasará lo más granado de la chanson francesa. Lapointe está en racha: graba discos, sale de gira con Brassens; se dedica, en fin, a la música.

Pero las cosas se tuercen enseguida. Boby abre un café-concierto, al que bautiza con el nombre de Le Cadran Bleu, y el negocio no va bien. Se llena de deudas, algunas de las cuales paga su camarada Brassens, que además le ayuda a encontrar pequeños empleos. Cuando firma con la discográfica AZ, Lapointe ya está anticuado; lo que se lleva es la música ye-ye y nadie quiere radiar ni escuchar sus delirios a ritmo de fanfarria. Afortunadamente, hay algunos cineastas que se interesan por su destreza como actor. Interpreta al ganadero de Les choses de la vie (1970) y al P'tit Lu de Max et les ferrailleurs (1971), ambas dirigidas por Claude Sautet; con Marcel Carné rueda Les Assassins del Ordre (1971).

Joe Dassin lo rescata a comienzos de los setenta. Media para que Boby firme con Fontana / Philips y además produce el que será su último disco: Comprend qui peut. Lapointe, que a pesar de su querencia a hacer cosquillas a las palabras, no se ha olvidado de los números, inventa el llamado sistema bibi-binario en el año 1968, un sistema de numeración que en cierto modo se adelanta a la revolución informática por venir. Será publicado dos años después en la obra colectiva Les Cerveaux non humains, introduction à l'Informatique.



Robert Lapointe muere de cáncer el 29 de junio de 1972 en su ciudad natal. Tenía sólo cincuenta años y había grabado sólo cincuenta canciones. Juste pour rigoler!










CAJA DE MÚSICA. BOBY LAPOINTE - MARCELLE

Elle a l'oeil vif, la fesse fraîche et le sein arrogant!

L'aut'sein, l'autre oeilet l'autre fesse itou également!

Mais ça n'est pas monotone,

Et même si c'est l'automne,

Je m'écrie en la voyant:

"Tiens, voilà l'printemps ! "

refrain:


Marcelle

Si j'avais des ailes

Je volerais gràce à elles.

Marcelle,

Vers la plus belle

Des jouvencelles.

Celle qui a pris mon coeur:

Ta petite soeur...

Poum! Poum!

Je poserai sur sa bouche un baiser farouche

Puis, je baisserai les stores, à cause des mouches!

Pourquoi cet oeil noir, Marcelle?

N'aimerais-tu pas ta petite soeur?

N'as-tu pas de coeur?

Marcelle

J'ai fait la vaisselle

J'ai descendu la poubelle

Marcelle

J'ai mis du sel - e

Aux vermicelles

Quoi, tu aimes mieux les nouilles au beurre

Moi, j'préfère ta soeur

Poum! Poum!

CAJA DE MÚSICA. BOBY LAPOINTE - FRAMBOISE

Elle s'appelait Françoise,

Mais on l'appelait Framboise!

Une idée de l'adjudant

Qui en avait très peu, pourtant,(des idées)...

Elle nous servait à boire,

dans un bled du Maine-et-Loire,

Mais ce n'était pas Madelon..

Elle avait un autre nom,

Et puis d'abord pas question

De lui prendre le menton...

D'ailleurs elle était d'Antib's !

Quelle avanie !

Avanie et Framboise

Sont les mamelles du destin !

Pour sûr qu'elle était d'Antibes

C'est plus près que les caraïbes,

C'est plus près que Caracas,

Est-ce plus près que Pézenas?

Je n'sais pas.

Et tout en étant Française,

L'était tout de même Antibaise:

Et bien qu'elle soit Française,

Et, malgré ses yeux de braise,

Ca n'me mettait pas à l'aise,

De la savoir Antibaise,

Moi qui serais plutôt pour…

Quelle avanie!

Avanie et Framboise

Sont les mamelles du destin !

Elle avait peu d'avantages:

Pour en avoir d'avantage,

Elle s'en fit rajouter

A l'institut de beauté (Ah ! ah ! ah ! )

On peut dans le Maine-et-Loire,

S'offrir de beaux seins en poire…

L'y a à l'institut d'Angers

Qui opère sans danger:

Des plus jeunes aux plus âgés,

On peut presque tout changer,

Excepté ce qu'on ne peut pas…

Quelle avanie!

Avanie et Framboise

Sont les mamelles du destin !

"Davantage d'avantages,

Avantagent d'avantage"

Lui dis-je, quand elle revint

Avec ses seins angevins… (deux fois dix!)

"Permets donc que je lutine

cette poitrine angevine…"

Mais elle m'a échappé,

A pris du champ dans le pré

Et j'n'ai pas couru après…

Je n'voulais pas attraper

Une angevine de poitrine!

Moralité:

Avanie et mamelles

Sont les framboises du Destin !

miércoles, 30 de mayo de 2007

TENTATIVAS DE DE-BLOGGING (II)


La ciberliteratura desdibuja la frontera entre el escritor amateur y el profesional, y en todo caso desenmascara la condición asalariada de este último. La condición de inédito / publicado ya no sirve para marcar la diferencia, porque ahora el literato –o lo que sea- puede perfectamente hacer las veces de editor cuando y como se le antoje.

Al saltarse a la torera las mediaciones editoriales, la ciberliteratura aspira a poner en crisis la literatura como relación comercial. En consecuencia, también los vínculos entre escritor y lector se trastocan. Las posiciones de ambos son ahora las de dos jugadores cuyas posiciones resultan intercambiables. Lo que importa es, en efecto, jugar.

No hay que exagerar, desde luego, la nota. Pero digamos que, en una fase en la que el conocimiento se ha convertido en un valor estratégico y central en el proceso de producción-distribución-consumo, el hecho de que los saberes y los afectos escapen a la lógica del capital incluso en reductos tan menudos como éste, puede tener una cierta dimensión subversiva.
Imagen: Beth B, Monument 1 (1997).

viernes, 25 de mayo de 2007

RAROS. NICOLAS CAMILLE FLAMMARION, EL POSITIVISTA QUE CREÍA EN FANTASMAS

Creo que podemos estar autorizados a concluir de todo esto que existen seres invisibles.
Nicolas Camille Flammarion (1923).


Flammarion habría sido una figura típica de la ciencia decimonónica francesa de no haber concurrido una terna de condiciones que hicieron de él un bicho singular: era pobre, superdotado y creía en la telepatía, los fantasmas y las casas encantadas.

Había nacido el 26 de febrero de 1842 –el sábado, a la una de la mañana, detalla en sus Memorias- en Montigny-le-Roi, un pueblecillo del departamento del Haute-Marne que apenas llegaba a los trescientos habitantes. Era el mayor de cuatro hermanos, el segundo de los cuales, Ernest, se convertirá con el tiempo en el fundador de la conocida editorial que lleva por nombre el apellido paterno. A pesar de la escasez de medios, la familia confía la educación de Camille al cura de la villa. A los cinco años contempla un eclipse anular de sol y, con tan sólo once, dibuja el cometa de 1853. El pequeño campesino comenzaba a interesarse por las cosas del cielo.

Un mal negocio empuja a la familia a mudarse a París. Para entonces, Camille ya ha cumplido los catorce y se ve obligado a trabajar. Se coloca como aprendiz en el taller de un cincelador de cristales, mientras su padre consigue empleo a las órdenes de Félix Nadar, aquel que fotografiaba París montado en globo y cuyo estudio, de colorada fachada, servirá como galería a las primeras exposiciones de los impresionistas. En el taller, Camille adquiere una destreza con el dibujo que habrá de revelarse muy útil en su posterior carrera de astrónomo. El poco tiempo que le deja libre la faena lo emplea en continuar sus estudios y, en breve, el esfuerzo merma su salud.



Lo visita finalmente el doctor Fournier, conocido como el médico de los pobres. Junto a la cama del enfermo, el doctor se encuentra con un grueso manuscrito de quinientas páginas que luce en su portada un título no menos descomunal: Cosmogonía Universal: estudio del mundo primitivo, historia física del globo desde los tiempos más remotos de su formación hasta el reino del género humano. El libro incluye además unas ciento cincuenta ilustraciones perfectamente ejecutadas. Interrogado por el médico, Camille confiesa que él es el autor tanto del texto como de los dibujos. Fournier se queda estupefacto; Flammarion tiene por esas fechas dieciséis años.

Como consecuencia del encuentro con Fournier, Nicolas Camille es admitido un mes más tarde en condición de alumno-astrónomo en el Observatorio de París, que dirige a la sazón Urbain Jean Joseph Le Verrier, famoso, entre otros logros, por haber descubierto el planeta Mercurio. Le Verrier lo destina a la oficina de cálculos, pero a Camille no le basta. Cuando concluye su jornada, asiste a Jean Chacornac en sus observaciones nocturnas. Resultado de sus investigaciones será La pluralidad de los mundos, que, publicado en el año sesenta y dos, se revelará como un éxito editorial. La notoriedad alcanzada en poco tiempo por el joven astrónomo no gusta, sin embargo, a Le Verrier y Flammarion abandona el Observatorio para ingresar como calculista en la Oficina de Longitudes.

El libro, por otro lado, no sólo le permitirá ser eximido del servicio militar, sino que además le valdrá el reconocimiento de alguno de los más prestigiosos intelectuales del momento. El mismísimo Víctor Hugo le escribe el 17 de noviembre de ese mismo año: “Los temas que usted trata son la perpetua obsesión de mi pensamiento, y el exilio que sufro no ha hecho otra cosa que aumentar esta meditación, que me coloca entre dos infinitos, el Océano y el Cielo […] Siento inmediata afinidad con espíritus como el suyo. Sus estudios son mis estudios. Sí, crucemos el infinito: ésa es la verdadera labor de las alas del alma.”


Después, y a pesar del parón que supone la guerra de 1870, la carrera de Flammarion continúa con una intensidad inusitada. A partir de 1863 edita la revista Cosmos y, desde 1882, L’Astronomie. En el 87 participa en la creación de la Sociedad Astronómica Francesa. Renueva el experimento del péndulo de Foucault en el año 1902 y, entre 1904 y 1914, organiza la fiesta del solsticio de verano en torno a la Torre Eiffel. No deja de investigar ni de publicar en ningún momento, y su trabajo como continuo divulgador de la astronomía le hace merecedor, en 1912, de la Legión de Honor. En 1914 intenta transformar la Plaza de la Concordia en un inmenso cuadrante solar; la guerra abortará su proyecto. En 1883 había fundado además el observatorio particular de Juvisy-sur-Orge, que aún sigue en pie y funcionando.

El encuentro con Fournier y Le Verrier fue, desde luego, providencial. Pero hay un tercer personaje que hemos descuidado hasta ahora y que también había impresionado hondamente a un Flammarion que apenas acababa de salir de la adolescencia. En 1861, cuando todavía no se ha publicado La pluralidad de los mundos, cae en sus manos un curioso volumen que lleva por título el de Libro de los Espíritus y que firma un tal Allan Kardec. Kardec era, en realidad, el pseudónimo de Hyppolyte Léon Denizard Rivail, un antiguo discípulo de Pestalozzi que había decidido recuperar el nombre que, como sacerdote druida, había portado en una vida anterior. El libro citado lo había publicado Rivail-Kardec a sus expensas en el año 1857 y, además de un considerable éxito, supuso el comienzo de una sólida amistad con Flammarion, que no concluirá sino con la muerte del primero. Con el Libro de los Espíritus nacía también el espiritismo.

Así que a Camille no sólo le interesa la inmensidad sideral, sino también las profundidades de la psique y lo que la ciencia ha expulsado fuera de sus dominios, al menos de momento. Inmediatamente empieza a colaborar con Kardec. Con Jean-Martin Charcot realiza, en la Salpêtriere, algunas de las primeras experiencias hipnóticas. Desconozco la fecha exacta, pero es probable que coincidiese en la clínica nada menos que con Sigmund Freud, que también estuvo a las órdenes de Charcot desde el año 1885. En la Escuela Politécnica, asiste a los experimentos en torno al magnetismo y el espiritismo que lleva a cabo el coronel Albert de Rochas entre los años 1892 y 1895. Y destaca finalmente como médium dotado del don de la profecía. En la ilustración que aparece en la página 273 de su Fin del mundo, Flammarion reproduce una de esas visiones futurizas: lo que en ella puede verse no es otra cosa que un televisor. La obra fue publicada en 1893.



Por si esto fuera poco, Nicolas Camille recibe mensajes de Galileo Galilei durante una sesión espiritista en la que también están presentes el dramaturgo Victorien Sardou y, una vez más, Allan Kardec. Éste último registra la experiencia en su libro de 1868 La génesis. Kardec fallece un año después, pero Flammarion rehúsa suplirlo en la presidencia de la Société Spirite de París. A su ver, la Sociedad está adquiriendo una tonalidad pseudo-religiosa que se encuentra muy alejada de la concepción que él tiene del espiritismo y que deja clara en el panegírico a Kardec: “El espiritismo no es una religión sino una ciencia, una ciencia de la que conocemos apenas el ABC. La Naturaleza abraza a lo Humano; y Dios mismo no puede ser considerado más que como un espíritu de la Naturaleza. Lo sobrenatural no existe. Las manifestaciones obtenidas por intermedio de médiums, así como las del magnetismo y el sonambulismo son de orden natural […] Los milagros no existen. La Ciencia rige el mundo.” En cambio, sí acepta, en 1923, la dirección de la Society for Psychical Research, fundada en 1882 por un grupo de estudiosos de Cambridge y más cercana a su propia orientación.

La mañana del 5 de junio de 1925, Nicolas Camille Flammarion muere en su casa de Juvisy.

“Las investigaciones acerca de la naturaleza del alma y su existencia después de la muerte deben ser realizadas con el mismo método que las demás investigaciones científicas, sin ninguna idea preconcebida, fuera de toda influencia sentimental o religiosa. ¿Hay o no hay manifestaciones de muertos? Ésta es la cuestión. Por mi parte, yo declaró que sí las hay.”
(Le Journal, 16 de junio de 1922)



“El pensamiento puede actuar sobre el de otra persona sin el concurso de los sentidos.
Es posible ver en sueños un país que no se ha visitado jamás y verse en ese sitio tal como uno estará allí diez años más tarde.
El futuro es tan perceptible como el pasado. El presente solo no existe, teniendo en cuenta que se reduce, en el análisis científico, a menos de una centésima de segundo.
El espacio y el tiempo no existen tal como nos los presentan nuestro concepto de las medidas. Son el infinito. Son la eternidad. La distancia de aquí a Sirio es una parte tan mínima del infinito como la que separa la mano derecha de la mano izquierda. La electricidad ya nos ha acostumbrado a las rápidas transmisiones entre las distancias. La luz y la electricidad no tardan ni dos segundos en franquear el intervalo existente de la Tierra a la Luna.
La materia no es como creemos.
En resumen: la ciencia de todas las Academias del globo representa una ignorancia inmensa”.(Las casas encantadas, 1923. Traducción de Mario Montalbán para Ediciones Abraxas, BCN, 2004, p. 51)

- MÁS SOBRE CAMILLE FLAMMARION EN LA RED.

-OBRAS DE FLAMMARION EN FORMATO PDF.

ANTES EN RAROS.

TENGO UNA CITA. Marcel Schwob (1867-1905)

"El arte es lo contrario de las ideas generales, sólo describe lo individual, no desea más que lo único. No clasifica: desclasifica. En lo que nos atañe, nuestras ideas generales pueden ser semejantes a las que circulan en el planeta Marte mientras tres líneas que se cortan forman un triángulo en todos los puntos del universo. Pero mirad una hoja de árbol, con sus caprichosas nervaduras, sus tonos variados por la sombra y el sol, la hinchazón que en ella levanta la caída de una gota de lluvia, la picadura dejada por un insecto, la huella argentada del pequeño caracol, el primer dorado mortal con que la marca el otoño; os desafío a buscar una hoja exactamente igual en todos los grandes bosques de la tierra. No hay ciencia del tegumento de un folíolo, de los filamentos de una celdilla, de la curvatura de una vena, de la manía de un hábito, de las rarezas de un carácter. Que tal persona haya tenido la nariz torcida, un ojo más alto que el otro, o nudosa la articulación del brazo; que haya solido comer pechuga de pollo a tal hora, que haya preferido el Malvoisie al Château-Margaux, eso sí que no tiene paralelo en el mundo."

"L’art est à l’opposé des idées générales, ne décrit que l’individuel, ne désire que l’unique. Il ne classe pas ; il déclasse. Pour autant que cela nous occupe, nos idées générales peuvent être semblables à celles qui ont cours dans la planète Mars et trois lignes qui se coupent forment un triangle sur tous les points de l’univers. Mais regardez une feuille d’arbre, avec ses nervures capricieuses, ses teintes variées par l’ombre et le soleil, le gonflement qu’y a soulevé la chute d’une goutte de pluie, la piqûre qu’y a laissée un insecte, la trace argentée du petit escargot, la première dorure mortelle qu’y marque l’automne ; cherchez une feuille exactement semblable dans toutes les grandes forêts de la terre : je vous mets au défi. Il n’y a pas de science du tégument d’une foliole, des filaments d’une cellule, de la courbure d’une veine, de la manie d’une habitude, des crochets d’un caractère. Que tel homme ait eu le nez tordu, un oeil plus haut que l’autre, l’articulation du bras noueuse ; qu’il ait eu coutume de manger à telle heure un blanc de poulet, qu’il ait préféré le malvoisie au château-margaux, voilà qui est sans parallèle dans le monde."


Versión española de MAURO ARMIÑO (Editorial Valdemar, Madrid, 2003).

Fuente de la versión en francés: La Revue des Ressources.

FICCIONES. Eróstrato, incendiario - Marcel Schwob (1867-1905)

La ciudad de Éfeso, donde nació Heróstratos, se extendía en la desembocadura del Caistro, con sus dos puertos fluviales, hasta los muelles de Panorme, desde donde se veía, sobre el mar de abundantes colores, la línea brumosa de Samos. Rebosaba de oro y tejidos, de lanas y rosas, desde que los magnesios, sus perros de guerra y sus esclavos que lanzaban venablos, fueron vendidos a orillas del Meandro, desde que la magnífica Mileto fue arruinada por los persas. Era una ciudad de molicie, donde se festejaba a las cortesanas en el templo de Afrodita Hetaira. Los efesios llevaban túnicas amórginas, transparentes, telas de lino hilado al torno de colores violeta, púrpura y cocodrilo, sarápides color amarillo manzana y blancas y rosas, paños de Egipto color jacinto, con los fulgores del fuego y los matices móviles del mar, y calasiris de Persia, de tejido apretado, ligero, todos ellos tachonados en su fondo escarlata de granos de oro en forma de copelas.

Entre la montaña de Prión y un alto y escarpado acantilado se divisaba, a orillas del Caistro, el gran templo de Ártemis. Se habían precisado ciento veinte años para construirlo. Envaradas pinturas ornaban sus salas interiores, cuyo techo era de ébano y ciprés. Las pesadas columnas que lo sostenían fueron embadurnadas de minio. Pequeña y oval era la sala de la diosa, en cuyo centro se alzaba una prodigiosa piedra negra, cónica y reluciente, marcada por doraduras lunares, que no era otra que Ártemis. El altar triangular también estaba tallado en piedra negra. En otras mesas, hechas de losas negras, se habían perforado agujeros regulares para que por ellos fluyera la sangre de las víctimas. De las paredes colgaban anchas hojas de acero, con mangos de oro, que servían para abrir las gargantas, y el suelo pulido estaba tapizado de cintas ensangrentadas. La gran piedra oscura tenía dos tetas enérgicas y picudas. Así era la Ártemis de Éfeso. Su divinidad se perdía en la noche de las tumbas egipcias, y había que adorarla según los ritos persas. Poseía un tesoro encerrado en una especie de colmena pintada de verde, cuya puerta piramidal se hallaba erizada de clavos de bronce. Allí, entre anillos, grandes monedas y rubíes yacía el manuscrito de Heráclito, quien había proclamado el reinado del fuego. El propio filósofo lo había depositado allí, en la base de la pirámide, cuando la construían.

La madre de Heróstratos era violenta y orgullosa. No se supo quién era su padre. Más tarde Heróstratos declaró que era hijo del fuego. Su cuerpo estaba marcado, bajo la tetilla izquierda, con una media luna que pareció encenderse cuando lo torturaron. Las que asistieron su nacimiento predijeron que estaba sometido a Ártemis. Fue colérico y permaneció virgen. Corroían su rostro unas líneas oscuras y el tinte de su piel era negruzco. Desde su infancia le gustó quedarse bajo el alto acantilado, cerca del Artemision. Miraba pasar las procesiones de ofrendas. Por el desconocimiento en que estaban de su estirpe, no pudo ser sacerdote de la diosa a la que se creía consagrado. El colegio sacerdotal hubo de prohibirle varias veces la entrada a la naos, donde esperaba apartar el precioso y pesado tejido que ocultaba a Ártemis. Por eso concibió odio y juró violar el secreto.

El nombre de Heróstratos no le parecía comparable a ningún otro, lo mismo que su propia persona le parecía superior a toda la humanidad. Deseaba la gloria. Primero se unió a los filósofos que enseñaban la doctrina de Heráclito; pero desconocían su parte secreta, por hallarse encerrada en la celdilla piramidal del tesoro de Ártemis. Heróstrato sólo pudo conjeturar la opinión del maestro. Se endureció despreciando las riquezas que le rodeaban. Su asco hacia el amor de las cortesanas era extremo. Creyeron que reservaba su virginidad para la diosa. Pero Ártemis no tuvo piedad de él. Pareció peligroso al colegio de la Gerusia, que vigilaba el templo. El sátrapa permitió que lo desterraran a los suburbios. Vivió en la ladera del Koressos, en una gruta excavada por los antiguos. Desde allí acechaba de noche las lámparas sagradas del Artemision. Algunos suponen que persas iniciados acudieron a conversar allí con él. Pero es más probable que su destino le fuera revelado de golpe.

En efecto, en medio de la tortura confesó que había comprendido de repente el sentido de la frase de Heráclito -el camino de lo alto-, porque el filósofo había enseñado que la mejor alma es la más seca y la más enardecida. Atestiguó que, en este sentido, su alma era la más perfecta, y que había querido proclamarlo. No alegó más causa a su acción que la pasión por la gloria y la alegría de oír proferir su nombre. Dijo que sólo su reino habría sido absoluto, puesto que no se le conocía padre y que Heróstratos habría sido coronado por Heróstratos, que era hijo de sus obras, y que su obra era la esencia del mundo; que así habría sido juntamente rey, filósofo y dios, único entre los hombres.

El año 365, en la noche del 21 de julio, cuando no subió al cielo la luna y el deseo de Heróstratos adquirió una fuerza inusitada, decidió violar la cámara secreta de Ártemis. Se deslizó pues por el zigzag de la montaña hasta la ribera del Caistro y subió las gradas del templo. Los guardas de los sacerdotes dormían junto a las lámparas sagradas. Heróstratos cogió una y penetró en la naos.
Un fuerte olor a aceite de nardo la invadía. Las negras aristas del techo de ébano estaban resplandecientes. El óvalo de la cámara se hallaba dividido por la cortina tejida de hilo de oro y púrpura que ocultaba a la diosa. Su lámpara iluminó el terrible cono de tetas erectas. Heróstratos las agarró con ambas manos y besó con avidez la piedra divina. Luego dio una vuelta alrededor, y vio de pronto la pirámide verde donde estaba el tesoro. Agarró los clavos de bronce de la puertecilla, y la arrancó. Hundió sus dedos entre las joyas vírgenes. Pero sólo se apoderó del rollo de papiro donde Heráclito había inscrito sus versos. A la luz de la lámpara sagrada los leyó, y conoció todo.

Al punto exclamó: “¡Fuego, fuego!”

Tiró de la cortina de Ártemis y acercó la mecha encendida al paño inferior. La tela ardió al principio despacio; luego, por los vapores de aceite perfumado que la impregnaban, la llama subió, azulada, hacia los artesonados de ébano. El terrible cono reflejó el incendio.

El fuego se enroscó en los capiteles de las columnas, reptó a lo largo de las bóvedas. Una tras otra, las placas de oro consagradas a la poderosa Ártemis cayeron desde las suspensiones a las losas con un estruendo de metal. Luego el haz fulgurante estalló en el techo e iluminó el acantilado. Las tejas de bronce se desplomaron. Heróstratos se erguía en medio del resplandor, clamando su nombre en la oscuridad.

Todo el Artemision fue un montón rojo en el corazón de las tinieblas. Los guardias cogieron al criminal. Lo amordazaron para que dejara de gritar su propio nombre. Fue arrojado en los sótanos, atado, durante el incendio.

Artajerjes envió inmediatamente la orden de torturarlo. No quiso confesar otra cosa que lo que se ha dicho. Las doce ciudades de Jonia prohibieron, bajo pena de muerte, entregar el nombre de Heróstratos a las edades futuras. La noche en que Heróstratos incendió el templo de Éfeso vino al mundo Alejandro, rey de Macedonia.


domingo, 20 de mayo de 2007

NOTICIAS. ¡NACE AGITPROV, LA EDITO-BIBLIOTECA DE AMPUTACIONES!


¡Ah, no! No podía conformarme con la cosa del blog. ¡Qué va! amputacioneS tenía que ir más allá. ¿Servicio de traducciones? ¿Editorial? ¿Distribuidora? ¿Biblioteca? ¡Claro, cómo no! ¡Y además, todo en uno y al mismo precio! ¡Nace al fin Agitprov Editorial! Humildísima, casi clandestina, minúscula, de momento... ¡Pero quién sabe: lo importante es echar a andar!

Y ¿qué puede encontrarse el / la "desconocid@ e ingrat@" lector/a en nuestra pequeña biblioteca?, se preguntarán sin duda. Aún no es mucho, pero lo que hay les aseguro que merece la pena. Basta con que pinchen en el vínculo que aparece bajo el ameno grabado de Gustave Doré abajo a la izquierda de sus pantallas, sobre la sección Archivo del blog, y se sirvan de lo que gusten.



Básicamente, se trata de dos piezas maestras de la humorada política, menudas pero contundentes, en una cuidada edición en formato pdf:
1. Informe Verídico sobre las Últimas Oportunidades de salvar el Capitalismo en Italia - Gianfranco Sanguinetti (1975). Esto ya lo vinimos lanzando desde aquí al ciberespacio en cómodos fascículos coleccionables, pero ahora se lo ofrecemos adecentado, libre de máculas, gazapos y erratas, y, por si fuera poco, acompañado de un jugoso ensayito sobre Censor y la técnica del hoaxing, del mentís de Sanguinetti, de un par de textos adicionales de Guy Debord y de un aparato de notas que para sí lo quisieran los clásicos de la Editorial Gredos.


2. El Manifiesto de SCUM - Valerie Solanas (1967). Un desopilante clásico del feminismo radical de los años sesenta, escrito por quien se lío a tiros con el sinsustancia de Andy Warhol. Igual que en el caso anterior, el texto de Solanas va antecedido por un estudio introductorio intitulado SCUM, Cell 16 y la Revolución Hiperfeminista, que firma el que suscribe. Traducción y ensayo fueron ya publicados de forma separada allá por el año 2003 en la revista Nómadas y en algunos otros lugares algo más tarde, pero ahora aparecen en un solo volumen, ligero y manejable, que a buen seguro nuestr@s lectores/as sabrán agradecer.


P. S.- La Biblioteca Agitprov admite donativos. Así que si tienen por ahí algún polvoriento manuscrito que consideren que el universo mundo debería conocer, no tengan reparo y háganoslo llegar. Tenemos que conseguir que la criatura engorde.

sábado, 19 de mayo de 2007

FICCIONES. El desmemoriado Geige (por Diego L. Sanromán)




[Fragmento]

Me llamo Max-Ernst Geige y soy un ser humano. Necesito dejar constancia escrita de esta verdad primordial antes de que la arena del tiempo lo haya engullido y sepultado todo. Necesito dejar constancia de esta verdad primera porque estoy seguro –y, créanme, son ya muy pocas las cosas de las que estoy seguro- de que dentro de poco ya no habrá ni un solo rastro de mí. Llegará un momento en que mire a los alimentos con una extrañeza total y definitiva y en que mis pulmones ya no sepan para qué demonios sirve el oxígeno. Doblaré entonces las piernas y me moriré en un rincón como una bestia abandonada.

Necesito dejar constancia –les digo- de que alguien alguna vez me dio por nombre el de Max-Ernst Geige y de que todavía soy un ser humano. Y ello aunque soy consciente de que este discurrir de la pluma sobre la página es un gesto inútil –otro gesto inútil más- y de que mi escritura habrá de tener la misma consistencia y perduración que un retrato hecho en el viento. Pero no me queda sino esto. Confiar con ceguera fingida en la capacidad de las palabras para enfrentarse a la corrosión del tiempo y en que el papel tardará más que mi cerebro en transformarse en polvo de cenizas. Una confianza de todo punto demente, les prevengo.

Últimamente he tenido ocasión –aunque también empujado por una necesidad por así decir vital- de pensar en una cuestión de cierta hondura; yo, que soy poco o nada dado a las profundidades y las filosoferías. ¿En qué lugares habita mi recuerdo?, he aquí la pregunta que no puedo dejar de plantearme una y otra vez desde que empezaron ha sucederse los extraños acontecimientos que, si nada ni nadie lo impide, trataré de narrarles. ¿Qué certifica lo que soy? Por lo que se refiere a la primera de las cuestiones, que en cierto modo encierra e implica esta última, la respuesta parece simple. Hay fotografías e incluso alguna película familiar en la que mi imagen quedó impresa; documentos escritos en los que figuran mi nombre, mi descripción, mis títulos, méritos e historia, e incluso algunos –muy escasos y de menguado valor, bien es cierto- que son obra de mi propia mano y en los que quise dejar apresados pensamientos y emociones de suyo huidizos; están además los trazos que dejamos en la memoria ajena, en la de los amigos y familiares, en las personas con las que tenemos contacto cotidiano o esporádico, y aun en la de aquellas con las que no nos hemos cruzado más que una vez en la vida; hasta el código genético es un modo de asentar nuestra memoria en el mundo. Sin embargo, yo no tengo hijos, mi recuerdo se ha borrado de la cabeza de los otros y hay indicios que me llevan a pensar que otro tanto habrá de ocurrir pronto con mi propia cabeza. Si nada cambia, en breve no seré ni la sombra de un espectro.

Todo comenzó con algunos sucesos de los cuales, en un principio, no supe determinar su auténtica trascendencia. De hecho es probable que todas las catástrofes comiencen así: mediante la acumulación de pequeñas brechas en el sucederse natural de los acontecimientos que nadie da en interpretar entonces como síntomas de los desastres que se avecinan.



Vivo en el centro de la ciudad, en uno de esos edificios antiguos que aún conserva un viejo ascensor con puertas de madera acristaladas y una de esas viejas porteras que se pasan los días encerradas en su pequeño tabuco del portal y, que a pesar de su aire despistado, no hay nada que se les escape y lo saben absolutamente todo de todos. He de confesar que soy de carácter reservado y un tanto tímido, y es corriente que mi relación con las gentes que no me son muy cercanas se limite a las consabidas y usadas normas de cortesía. Así había sido siempre con la vieja portera del edificio –cuyo nombre ya ni siquiera recuerdo- en los muchos años que llevo viviendo en mi apartamento del tercer piso, y así fue también el día en que empezaron a amontonarse las grietas de mi derrumbe.

No sabría, a estas alturas, establecer la fecha ni fijar los detalles de lo que sucedió, pero guardo aún –sólo los dioses saben por cuánto tiempo- un recuerdo difuso de lo esencial del asunto. Volvía, si no me equivoco, de uno de mis habituales paseos por el parque que ocupa el corazón de nuestra ciudad y, al atravesar el portal del inmueble, debí saludar a la portera con un acostumbrado “buenas tardes”. Creo, sin embargo, que del otro lado del ventanuco de la portería no hubo respuesta alguna. Mientras esperaba el ascensor, que por su tardanza debía encontrarse en los pisos más altos de la casa, noté como un picoteo entre los omóplatos. Me volví, bajé la mirada y me encontré con el rostro arrugado y el moño gris y esférico de la portera, que me observaba con ojos estrábicos y suspicaces.

- ¿Sí? –le pregunté tal vez.
- ¿Podría usted decirme a qué piso va? –debió de ser más o menos la respuesta.
- No la comprendo… A mi piso, naturalmente.
- Tengo orden de no dejar pasar a nadie que no se haya identificado previamente y como es debido.
- Desde luego, lo sé –confirmé extrañado-. Yo mismo fui uno de los promotores de esa medida dentro de la comunidad de vecinos.
- Le agradecería –añadió endureciendo el tono- que se dejase de burlas y me dijese quién es usted y a qué piso se dirige.
- ¡Pero cómo! Sabe usted perfectamente que me llamo Geige, Max-Ernst Geige, y que vivo en el tercero b desde hace más de quince años.

La llegada del ascensor puso el punto final al sorprendente interrogatorio, que yo en aquel momento achaque a los primeros compases de la demencia senil que empezaba a nublar la razón y la memoria de nuestra pobre portera. “Es normal –pienso ahora que pensé-; la mujer tiene tantos o más años que este ascensor y los engranajes de su cabeza han de estar tan oxidados como los del aparato”. La escena, sin embargo, no concluyó ahí, pues no bien hube llegado a mi apartamento y cambiado mi ropa de calle por algo más ligero, se oyó un prolongado timbrazo en la puerta de entrada que me hizo pegar un brinco en la butaca en la que ya me había acomodado. Abrí y allí estaban, enormes y uniformados.

- Disculpe –dijo uno de los dos policías-. Hemos recibido una llamada algo confusa de la portera del edificio. Según parece, un tal señor Neigel o Gaigen…
- Geige –interrumpí.
- Eso es: un tal señor Geige se ha colado en el edificio sin su permiso…
Expliqué a los agentes lo chusco de la situación, que en efecto al tal señor Geige lo tenían delante y que, contra las informaciones de la portera, yo era el dueño del apartamento en el que nos encontrábamos.
- Me permitiría ver su documentación. Sólo para estar seguros…
- Sin duda. Un segundo.

Volé, como quien dice, hasta al armario del dormitorio en el que guardaba la americana donde se encontraba mi cartera y volví igual de presuroso al recibidor, donde aguardaban los dos policías. La precipitación y los nervios hicieron que la cartera se me escurriese de las manos y que todos mis documentos se desperdigaran por el suelo. Fue el agente que hasta entonces había permanecido en silencio el que recogió mi identificación y se la pasó a su compañero. Ahora puedo asegurar que fue ese pequeño accidente el que evitó que me viese comprometido en mayores complicaciones.

- Max-Ernst Geige. En efecto, la dirección coincide. Todo parece estar en orden…


ANTES EN FICCIONES.

martes, 15 de mayo de 2007

AGITPROV. La revolución no tendrá lugar



Así que no os digo nada nuevo… ¡la revolución no tendrá lugar!
Pues no… Ah, lo siento… bueno, no del todo…
la revolución no tendrá lugar tal día
en tal fecha del calendario gregoriano
(calendario fundado para pagar las deudas
recompuesto por un emperador romano para hacer la guerra en marzo
mantenido por los curas para reprimir a las mujeres en general y a las brujas en particular
e indispensable para que los mercaderes puedan mantener el control del flujo de sus mercancías.)

La revolución no tendrá lugar en el futuro
Del mismo modo que realmente no tuvo lugar en el pasado

Tiene lugar, si es que tiene lugar, aquí y ahora
Liberada del pasado y del futuro
Liberada de la permanencia y de lo efímero

¡La revolución no es un acontecimiento!
Más o menos probable…

¡La revolución no es un fenómeno!
Más o menos deseable…

La revolución puede ser una disposición
Se está en revolución o no se está.

Más a menudo estamos haciendo otra cosa, divirtiéndonos mutuamente…
Antes que dándonos auténticas razones para estar en ella.



Cuando verdaderamente ya no se tiene ninguna razón
para estar allí o en otro lugar
ya ninguna razón de estar
ya ninguna razón
nos dejamos recorrer por el suave temblor de los huracanes



La revolución es como cuando uno ya no puede tragar más mentiras
Y nuestra necesidad de ser se expresa a través de, a veces “a pesar de”, nosotros.
A pesar de nuestras huidas y de nuestra necesidad de confort y de seguridad
A pesar de nuestros reflejos conformistas y nuestro embotamiento milenario.

Por otro lado la revolución no tiene lugar ni donde estar
Nace siempre más allá de las ideologías que quieren adoptarla
Sigue siendo una huérfana del pueblo
Va sin destino

Como el río conoce el océano
Es absurdo e inútil esperarla
¡O se vive o no se vive!

Un día ya no habrá esclavos
Ese día diremos: “Anda, ¿esto es una revolución? ¿O qué?”





FUENTE: CENTRE D'OBSERVATION DES RÉVOLUTIONS POÉTIQUES.


ANTES EN AGITPROV.

jueves, 10 de mayo de 2007

TENTATIVAS DE DE-BLOGGING (I)


El blogging se asemeja a otras 'artes menores' de la era post-artística. Por ejemplo:

**Al graffiti: a menudo, se trata tan sólo de mostrarse, de dejarse ver. O lo que es lo mismo: de certificar la propia existencia en la mirada distraída del transeúnte. Por eso el post se acerca tanto al tag (1): el autor, en su pureza paródica, queda reducido a nombre, a firma, a trazo...

**Al mixing: como en la práctica del DJ, en la del blogger, de lo que se trata es de recuperar, reciclar y recomponer los productos de una cultura hipertrofiada y redundante, hinchada de signos de todo tipo y aquejada de una bulimia semiótica terminal.

El blogging es, más bien y paradójicamente, arti-maña de arte-sanos.

(1) "Las firmas [tags] son los signos escritos en el interior de la mayoría de los trenes del metro de Nueva York. Muchos escritores las consideran la forma más másica y sencilla del graffiti. La firma consiste, como cabe esperar, en el nombre del escritor, pero realizada con unas letras muy estilizadas y enlazadas de una forma que recuerda a la de ciertos logotipos o monogramas. Las firmas o tags se escriben muy rápidamente, a menudo de un único y ágil trazo y casi siempre en un solo color de tinta o pintura. En cuanto a su estilo, las firmas son tan personales como la propia letra del escritor. Las similitudes entre ellas se derivan básicamente de los materiales utilizados en su creación". - Craig Castleman, Los Graffiti, Hermann Blume, Madrid, 1985, p. 35. Traducción de Pilar Vázquez Álvarez.

martes, 8 de mayo de 2007

PEQUEÑA FILMOTECA PORTÁTIL. Richard Kern y el Cine de la Transgresión

"Yo tomo lo que me interesa de las películas y lo pongo en un formato más corto para no aburrirme. Lo que le interesa al público americano es el sexo, la violencia y el lado sórdido de la vida". - Richard Kern




Richard Kern nace en Carolina del Norte en el año 1954. A finales de los setenta se muda a la ciudad de Nueva York y va a parar al Lower East Side de Manhattan. Aprovechando los últimos rescoldos del punk y el nacimiento de la No Wave, artistas de distintas disciplinas están poniendo entonces en marcha un movimiento de contestación al baboso consenso de la era Reagan, que acaba de iniciarse. Por allí andan David Wojnarowicz, Lidia Lunch, la de los Teenage Jesus and the Jerks, Tommy Turner, Beth B y su compañero, Lung Leg o Nick Zedd, algo así como el padre intelectual de lo que, desde mediados de la década de los ochenta, vendrá a ser conocido como Cinema of Transgression.

El cine de la transgresión es un cine pobre, construido literalmente a partir de desechos: en muchas ocasiones el material fílmico procede del cubo de la basura o es producto del robo. Es un cine de mierda. Se alimenta además de lo que la potente industria del espectáculo ha ido arrojando a los márgenes de los circuitos comerciales: sobre todo, del fantástico y el terror de serie Z y de las películas pornográficas. Los referentes estéticos, los elementos temáticos (Sex & Drugs & Rock’n’roll) son los mismos que los del punk y derivados y no es extraño que sus cultivadores transiten con comodidad entre las pequeñas salas de conciertos del Bajo Manhattan y los platós de rodaje improvisados en apartamentos cochambrosos. Sin embargo y a pesar de ser un cine de rechazo y ruptura, también se asienta en una tradición torcida y es mucho lo que toma de la mordiente contestaria del viejo cine underground de los sesenta: Anger, Smith, Warhol y todos esos. Pero no le basta: el Cine de la Transgresión quiere superarlo. “Rompe tantas reglas como puedas”, recomienda Zedd en su Manifiesto. “Un film que no impacte –añade- no merece ser visto”.

Los trabajos que Kern va a producir, dirigir, fotografiar y, a veces, protagonizar se ciñen perfectamente a este imperativo de la ausencia de imperativos, a esta libertad que quiere escapar a cualquier tipo de constricciones morales o estéticas y que no se impone acaso más regla que la siguiente: “haz lo que te salga de los cojones u ovarios, se breve y no des el coñazo”. La primera película de Kern, un paseo por las tiendas de pornografía de la calle 42, lleva por título Goodbye 42 Street y está rodada en el año 1983. A ésta le sigue un par de cortos hiperrealistas en los que el cineasta retrata los efectos inmediatos de la heroína. Después rueda You Killed Me First, Woman at the Wheel, Thrust in Me, Submit to Me, Stray Dogs y así hasta cerca de una decena de películas, todas durante el año 1985. A finales de la década la fiebre productiva de Kern sufre una severa recaída; con las venas hinchadas de jaco, vagabundea por las calles de Frisco. Retorna, como un fantasma, a comienzos de los noventa: graba video-clips para músicos como Sonic Youth o Marilyn Manson y vuelve a rodar películas que nada han perdido de la crudeza y mala baba de antaño, pero ahora se dedica fundamentalmente a la imagen fija.




Selección de películas

You Killed Me First (1985). Uno de los primeros cortos de Kern. Drama familiar salido de madre protagonizado por una arrebatadora Lung Leg y por el artista plástico David Wojnarowicz. La versión que hay disponible en Youtube presenta una merma importante: está amputada; faltan alrededor de seis minutos de metraje.

Thrust in Me (1985). Realizada al alimón con Nick Zedd, que se desdobla en los protagonistas femenino y masculino de la película, es una de las cuatro historias que conforman ese fresco sobre el scum neoyorquino que es Manhattan Love Suicides. La música de la banda sonora es de The Dream Syndicate. No diré mucho, para no revelar sorpresas antes de tiempo; tan sólo una advertencia: absténgase creyentes en el Crucificado y no aficionad@s al sexo oral.

Stray Dogs (1985). Como la anterior, fue incluida en Manhattan Love Suicides. David Wojnarowicz y Will Rice, el que fuera Pope de la escena artística del Lower East Side, frente a frente en una pequeña comedia sobre la relación del fan y el objeto de su veneración.

My Nightmare (1993). Última película de Richard Kern, al menos por lo que sé. Sobre la esencia masturbatoria de las prácticas artísticas; valga con esto.









1. You Killed Me First




2. Thrust In Me








3. Stray Dogs





4. My Nightmare



Manifiesto del Cine de la Transgresión – Nick Zedd (1984)

Nosotros, que hemos violado las leyes, mandatos y deberes de la vanguardia -i. e. aburrir, sedar y ofuscar mediante un proceso parasitario dictado por la conveniencia práctica- nos declaramos culpables de los cargos. Renunciamos abiertamente a y rechazamos el arraigado esnobismo académico que erige monumentos a esa pereza conocida como estructuralismo y se dedica a expulsar a aquellos cineastas que poseen la capacidad de ver a través de su mascarada.

Rechazamos asimilar su fácil enfoque sobre la creatividad cinemática; un enfoque que arruinó el underground de los sesenta cuando el azote de la Escuela de Cine se hizo con el control. Al legitimizar cualquier estúpida manifestación de cine blandengue llevada a cabo por una generación de estudiantes engañados, los lúgubres media de los centros artísticos y los críticos cinematográficos han ignorado completamente los estimulantes logros de los que se encuentran en nuestras filas: underground invisibles como Zedd, Kern, Turner, Klemann, DeLanda, Eros y Mare, y DirectArt Ltd., una nueva generación de cineastas que se atreven a desgarrar los rígidos corsés de la teoría cinematográfica en un ataque directo contra cualquier sistema de valores conocido por el hombre.

Proponemos que todas las escuelas de cine salten por los aires y que no vuelva a hacerse ninguna película aburrida. Afirmamos que el sentido del humor es un elemento esencial descartado por académicos seniles y, aun más, que un film que no impacte no merece ser visto. Todos los valores deben ser cuestionados. Nada es sagrado. Todo debe ponerse en cuestión y ser reconsiderado para liberar nuestras mentes de la fe en la tradición. El desarrollo intelectual exige tomar riesgos y que se produzcan cambios en los ámbitos político, sexual y estético, no importa quien pueda desaprobarlos. Nos proponemos ir más allá de todos los límites prescritos o establecidos por el gusto, la moralidad o cualquier otro sistema tradicional de valores que constriña la mente de los hombres. Nosotros pasamos por encima de las fronteras de los milímetros, las pantallas y los proyectores para alcanzar un estado de cine expandido.

Violamos el mandamiento y la ley que dice que debemos aburrir mortalmente a la audiencia en rituales de circunlocución y proponemos romper todos los tabúes de nuestra época pecando cuanto nos sea posible. Habrá sangre, vergüenza, dolor y éxtasis, en una forma en la que nadie se ha imaginado aún. Nadie saldrá ileso. Puesto que no hay vida después de la muerte, el único infierno es el infierno del rezo, de obedecer las leyes y de rebajarse ante las figuras de autoridad; y el único cielo es el cielo del pecado, de ser rebelde, divertirse, follar, aprender cosas nuevas y romper tantas reglas como puedas. Este acto de coraje se conoce como transgresión. Proponemos la transformación mediante la transgresión: convertirnos, transfigurarnos y transmutarnos en un plano más elevado de existencia para alcanzar la libertad en un mundo lleno de esclavos inconscientes.

Nick Zedd (Foto: Echo Dannon)


Cinema of Transgression Manifesto by Nick Zedd
We who have violated the laws, commands and duties of the avant-garde; i.e. to bore, tranquilize and obfuscate through a fluke process dictated by practical convenience stand guilty as charged. We openly renounce and reject the entrenched academic snobbery which erected a monument to laziness known as structuralism and proceeded to lock out those filmmakers who possesed the vision to see through this charade.
We refuse to take their easy approach to cinematic creativity; an approach which ruined the underground of the sixties when the scourge of the film school took over. Legitimising every mindless manifestation of sloppy movie making undertaken by a generation of misled film students, the dreary media arts centres and geriatic cinema critics have totally ignored the exhilarating accomplishments of those in our rank - such underground invisibles as Zedd, Kern, Turner, Klemann, DeLanda, Eros and Mare, and DirectArt Ltd, a new generation of filmmakers daring to rip out of the stifling straight jackets of film theory in a direct attack on every value system known to man.
We propose that all film schools be blown up and all boring films never be made again. We propose that a sense of humour is an essential element discarded by the doddering academics and further, that any film which doesn’t shock isn’t worth looking at. All values must be challenged. Nothing is sacred. Everything must be questioned and reassessed in order to free our minds from the faith of tradition.Intellectual growth demands that risks be taken and changes occur in political, sexual and aesthetic alignments no matter who disapproves. We propose to go beyond all limits set or prescribed by taste, morality or any other traditional value system shackling the minds of men. We pass beyond and go over boundaries of millimeters, screens and projectors to a state of expanded cinema.
We violate the command and law that we bore audiences to death in rituals of circumlocution and propose to break all the taboos of our age by sinning as much as possible. There will be blood, shame, pain and ecstasy, the likes of which no one has yet imagined. None shall emerge unscathed. Since there is no afterlife, the only hell is the hell of praying, obeying laws, and debasing yourself before authority figures, the only heaven is the heaven of sin, being rebellious, having fun, fucking, learning new things and breaking as many rules as you can. This act of courage is known as transgression. We propose transformation through transgression - to convert, transfigure and transmute into a higher plane of existence in order to approach freedom in a world full of unknowing slaves.

MÁS SOBRE EL CINE DE LA TRANSGRESIÓN EN LA RED:

- CINEMA OF TRANSGRESSION EN UBUWEB.

- NICK ZEDD.

- BLOG DE NICK ZEDD.

- RICHARD KERN.

*ANTES EN LA PEQUEÑA FILMOTECA PORTÁTIL.

sábado, 5 de mayo de 2007

TENGO UNA CITA. Friedrich Engels (1820-1895)

AL ABUELO CARLOS EN EL DÍA DE SU 189 CUMPLEAÑOS



"De los muchos e importantes descubrimientos con que Marx ha inscrito su nombre en la historia de la ciencia, sólo dos podemos destacar aquí.

El primero es la revolución que ha llevado a cabo en toda la concepción de la historia universal. Hasta aquí, toda la concepción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres, y de que de todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos. Sólo en la escuela moderna de los historiadores franceses, y en parte también de los ingleses, se había impuesto la convicción de que , por lo menos desde la Edad Media, la causa motriz de la historia europea era la lucha de la burguesía en desarrollo contra la nobleza feudal por el poder social y político. Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de luchas de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en torno al poder social y político de unas u otras clases sociales; por parte de las clases viejas, para conservar el poder, y por parte de las nuevas, para conquistarlo. Ahora bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas clases? Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época dada produce y cambia lo necesario para su sustento. [...]


El segundo descubrimiento importante de Marx consiste en haber puesto definitivamente en claro la relación entre el capital y el trabajo; en otros términos, en haber demostrado cómo se opera, dentro de la sociedad actual, con el modo de producción capitalista, la explotación del obrero por el capitalista. Desde que la Economía Política sentó la tesis de que el trabajo es la fuente de toda riqueza y de todo valor, era inevitable esta pregunta: ¿cómo se concilia esto con el hecho de que el obrero no perciba la suma total de valor creada por su trabajo, sino que tenga que ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los economistas burgueses como los socialistas se esforzaban por dar a esta pregunta una contestación científica sólida; pero en vano, hasta que por fin apareció Marx con la solución. Esta solución es la siguiente: El actual modo de producción capitalista tiene como premisa la existencia de dos clases sociales: de una parte, los capitalistas, que se hallan en posesión de los medios de producción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que, excluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender: su fuerza de trabajo, mercancía que, por tanto, no tienen más remedio que vender, para entrar en posesión de los medios de sustento más indispensables. Pero el valor de un mercancía se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario invertido en su producción, y también, por tanto, en su reproducción; por consiguiente, el valor de la fuerza de trabajo de un hombre medio durante un día, un mes, un año, se determina por la cantidad de trabajo plasmada en la cantidad de medios de vida necesarios para el sustento de esta fuerza de trabajo durante un día, un mes o un año. Supongamos que los medios de vida para un día exijan seis horas de trabajo para su producción o, lo que es lo mismo, que el trabajo contenido en ellos represente una cantidad de trabajo de seis horas; en este caso, el valor de la fuerza de trabajo durante un día se expresará en una suma de dinero en la que se plasmen también seis horas de trabajo. Supongamos, además, que el capitalilsta para quien trabaja nuestro obrero le pague esta suma, es decir, el valor íntegro de su fuerza de trabajo. Ahora bien; si el obrero trabaja seis horas al día para el capitalista, habrá reembolsado a éste íntegramente su desembolso: seis horas de trabajo por seis horas de trabajo. Claro está que de este modo no quedaría nada para el capitalista; por eso éste concibe la cosa de un modo completamente distinto. Yo, dice él, no he comprado la fuerza de trabajo de este obrero por seis horas, sino por un día completo. Consiguientemente, hace que el obrero trabaje, según las circunstancias, 8, 10, 12, 14 y más horas, de tal modo que el producto de la séptima, de la octava y siguientes horas es el producto de un trabajo no retribuido, que, por el momento, se embolsa el capitalista. Por donde el obrero al servicio del capitalista no se limita a reponer el valor de su fuerza de trabajo, que se le paga, sino que, además crea una plusvalía que, por el momento, se apropia el capitalista y que luego se reparte con arreglo a determinadas leyes económicas entre toda la clase capitalista. Esta plusvalía forma el fondo básico del que emanan la renta del suelo, la ganancia, la acumulación de capital; en una palabra, todas las riquezas consumidas o acumuladas por las clases que no trabajan. De este modo, se comprobó que el enriquecimiento de los actuales capitalistas consiste en la apropiación del trabajo ajeno no retribuido, ni más ni menos que el de los esclavistas o el de los señores feudales, que explotaban el trabajo de los siervos, y que todas las formas de explotación sólo se diferencian por el distinto modo de apropiarse del trabajo no pagado. Y con esto, caían también por su base todas esas retóricas hipócritas de las clases poseedoras de que bajo el orden social vigente reinan el derecho y la justicia, la igualdad de derechos y deberes y la armonía general de intereses. Y la sociedad burguesa actual se desenmascaraba, no menos que las que la antecedieron, como un establecimiento grandioso montado para la explotación de la inmensa mayoría del pueblo por una minoría insignificante y cada vez más reducida."


FRIEDRICH ENGELS (1877).